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La mayor parte de la enseñanza moderna de profecías tiene como fundamento la semana 70 de Daniel. Muchos enseñan que Dios detuvo su "reloj" y empujó la semana 70 hacia el futuro para establecer una "Era de Gracia" para los "gentiles". A menudo se enseña que la semana 70 comenzará con el Rapto, el surgimiento de un Anticristo, el comienzo de la Tribulación y el cumplimiento de la mayor parte del libro de Apocalipsis. Todas estas enseñanzas se basan en una comprensión incorrecta de la historia. Este libro reconstruye los fundamentos de la historia y muestra cómo la enseñanza de la profecía debe modificarse para ajustarse a la historia.
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Una de las suposiciones más comunes e incorrectas entre cristianos hoy es que los judíos son Israel.
El israelita original era Jacob que fue el primero en recibir el nombre Israel en Génesis 32.28. Su abuelo, Abraham, había sido un hebreo, siendo descendiente de Heber, pero Abraham no era israelita. Isaac, también, era un hebreo, pero no israelita, porque es evidente que Isaac no se descendió de su propio hijo.
Los hijos de Jacob eran israelitas en el sentido que ellos eran hijos de un hombre nombrado Israel. Pero Israel también era un título, un nombre que significaba la idea que Jacob había logrado a un cierto nivel de fe por el cual él fue dado este nombre como un testimonio. En este sentido mayor, la única manera que uno puede ser un israelita es tener el mismo testimonio como Jacob.
Jacob pasó la primogenitura a los hijos de José (1 Crónicas 5.1, 2) y con esto fue el nombre de la primogenitura, Israel. Esto se dio a Efraín y Manasés en Génesis 48.16,
16 el Angel que me liberta de todo mal [Génesis 32.28], bendiga a estos jóvenes; y sea perpetuado en ellos mi nombre [Israel],
Con tal de que todas las tribus estuvieran unidas, ellos podrían compartir el nombre Israel con Efraín y Manasés. Sin embargo, después de que Salomón murió, el reino se dividió en dos. Las tribus de José separaron de Judá y Benjamín y formaron su propio reino. Porque el nombre de Israel perteneció legítimamente a los hijos de José, era el reino norteño que retuvo el nombre de Israel. El reino del sur escogió el nombre, Judá, ya que era la tribu del rey.
Desde ese punto en la historia, el término Israel asumió un significado restringido, porque ya fue usado para distinguirse de la nación de Judá. Los profetas entonces hablan de ellos como dos naciones diferentes teniendo dos llamamientos diferentes. El reino de Israel poseyó la primogenitura (1 Crónicas 5.2), porque las tribus de José (Efraín y Manasés) fueron ubicados en el reino norteño. El reino sureño de Judá recibió el cetro (Génesis 49.10).
Después de 210 años de separación, el reino de Israel fue conquistado y deportado por los asirios 2 Reyes 17.18 dicen,
18 Jehová, por tanto, se airó en gran manera contra Israel, y los quitó de delante de su rostro; y no quedó sino sólo la tribu de Judá.
Estos destierros eran llamados "tribus perdidas" o las ovejas perdidas de la casa de Israel (Ezequiel 37).En estar perdido y presuntos muertos, ellos estaban siguiendo el modelo profético del padre José que también era el "perdido" y presunto muerto durante muchos años. Aun así, los judíos del primer siglo eran conscientes de la existencia continuada de los israelitas en la tierra de su cautividad. Nos dicen por Josefo en sus Antigüedades de los judíos, XI, v, 2,
"ya que hay sólo dos tribus en Asia y Europa sujetos a los romanos; mientras las diez tribus están ahora más allá de Eufrates hasta ahora, y son una inmensa multitud, y no son para ser estimado por número".
Aunque el imperio asirio viejo había pasado hace mucho tiempo, muchos de estos israelitas todavía permanecían en el otro lado del río Eufrates cerca del Mar Caspio en la nación de Partia. Ellos no eran judíos, ni profesaron ninguna manera de Judaísmo, ya que habían adoptado muchas prácticas religiosas de las naciones hospedadores. Con el tiempo, muchos también habían inmigrado al oeste en las provincias norteñas de Asia (ahora Turquía) y se habían vueltos sujetos a los romanos. Pedro escribió a ellos en su primera epístola, mientras diciendo,
1 Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, 2 elegidos según la presciencia de Dios Padre…
Luego en 1 Pedro 2.9 y 10 él les dice,
9 Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; 10 vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.
Pedro estaba refiriéndose a la profecía de Oseas que había sido enviado a la casa de Israel y quién profetizó ambos su destrucción y su reconciliación. Oseas había sido dicho que se casara con una prostituta como una señal del matrimonio de Dios a Israel y su adulterio espiritual con los dioses falsos. El nombre de su esposa era Gomer, o Ghomri que era también el nombre oficial para Israel en los archivos asirios. (Vea el Obelisco Negro de Salmanasar III.)
Ellos tenían algunos niños que fueron nombrados proféticamente. Jezreel quiere decir "Dios dispersa, o esparce, o Dios siembra". Lo-ruhama quiere decir "no misericordia". Lo-ammi significa "no son mi gente".
Oseas relaciona todas estas declaraciones a la casa de Israel en capítulo uno, pero después en capítulo dos él profetiza de una revocación.
22… ellos responderán a Jezreel. 23 Y la sembraré para mí en la tierra, y tendré misericordia de Lo-ruhama; y diré a Lo-ammi: Tú eres pueblo mío, y él dirá: Dios mío.
La profecía de Jezreel indica que cuando Dios dispersó a Israel, El también estaba sembrándolos en la tierra. Uno debe esparcir la semilla para sembrarla en el campo. El intento fundamental de Dios era de esparcir la semilla de Israel para llevar una cosecha mayor en el futuro. Este es el tema que Jesús usó a menudo en Sus parábolas del Reino. Pedro sigue en este tema por escribir a algunos de los ex-israelitas de la dispersión, diciéndoles que ellos se habían reintegrado como gente de Dios a través de Cristo.
Reu nir a los israelitas no es en cuanto a inmigrar atrás a la tierra vieja. Es en cuanto la inmigración del antiguo pacto al nuevo. Un "hebreo" es literalmente un inmigrante, porque la misma palabra significa eso. El libro de Hebreos no es el libro de israelitas o el libro de judíos. El título era cuidadosamente escogido para darle a la gente un mapa de inmigración, mostrándole la vía a la verdadera Tierra Prometida y cómo heredar las promesas de Dios a través de Cristo.
Los profetas consistentemente profetizaban que Israel sería reunido una vez más. Las profecías son de consuelo, no de desastre, de reconstrucción, no destrucción; de salvación, no perdida. Pero todavía los profetas no estaban hablando directamente de Judá, sino de Israel.
Incluso el propio Santiago escribió su epístola "a las doce tribus en la dispersión" (Santiago 1.1). Pedro y Santiago usan el término griego, diáspora, "la dispersión, los esparcidos”. Es una referencia a Jezreel, el hijo de Oseas cuyo nombre significa que "Dios esparce". Estos eran los esparcidos quienes Dios había sembrado en la tierra para obtener una cosecha más grande y cumplir la promesa de la primogenitura—que su semilla sería como las arenas del mar y las estrellas de cielo.
El cumplimiento sólo puede venir por Cristo, por lo menos en el último sentido. Es aparente del ciclo de tiempo de tribulación de los 2,520-años que América es un retrato de la casa reunida de Israel en un nivel terrenal. Sin embargo, si nosotros deseamos cumplir la profecía subyacente del nombre Israel en su significado original a Jacob, tenemos que llegar a ser vencedores en Cristo.
Debemos reconocer que cuando Dios dispersó a Israel, El los despojó del nombre de la primogenitura, y ellos fueron llamados por otros nombres como Ghomri (Gomer). Ya Dios no les permitía que se llamaran “israelitas”, porque su idolatría no les permitió que dieran el testimonio que significaba el nombre Israel.
Es importante notar que las naciones rodeantes no llamaron a Israel por el nombre Israel. El libro de Merrill Unger, Arqueología y el Antiguo Testamento confirma esto en página 243,
". . El contacto inicial entre Israel y Asiria ocurrió evidentemente durante el día de Omri, porque desde ese tiempo en adelante Israel aparece en los archivos cuneiformes como Bit-Humri (‘la casa de Omri’). Este nombre oficial fue designado a Samaria, la ciudad capitaleña. Es más, la designación de un rey israelita se volvió Mar Humri ('hijo', es decir, 'el sucesor real de Omri’). La referencia de Tiglat Pileser III a la tierra de Israel un siglo después por su nombre oficial Bit Humria evidencia la importancia de Omri como un gobernante en la historia de Israel".
El nombre Humri o Bit Humria quiere decir "casa de Omri". Esto era originalmente pronunciado como Ghomri o Gimirra. Esto se muestra por Theophilus G. Pinches en su libro de 1902, El Antiguo Testamento en la Luz de los Archivos Históricos y Leyendas de Asiria y Babilonia. Pinches dice,
"Es notable que la forma asira del nombre Yaua ('Jehu') muestra que el no pronunciado álef al final de la palabra era pronunciado en aquel momento, y por eso los hebreos lo debieran de haber llamado Yahua ('Jehua'). Omri era igualmente pronunciado de acuerdo con el sistema más viejo, antes de que ghain se volviera ayin. Humri muestra que ellos dijeron en el momento Ghomri."
Así el nombre Ghomri (Gomer) deriva del rey Omri de Israel, un rey poderoso pero impío mencionado en 1 Reyes 16.23,
23 En el año treinta y uno de Asa rey de Judá, comenzó a reinar Omri sobre Israel, y reinó doce años…
Los maestros dispensacionalistas ignorantemente dijeron que Gomer, Ghomri, Murria,y Gimirra descendieron de Gomer el hijo de Jafet que es mencionado en Génesis 10.2.
2 Los hijos de Jafet: Gomer, Magog, Madai, Javán, Tubal, Mesec y Tiras.
Dr. Bullinger hizo una notación a Génesis 10.2 de esta manera:
“Gomer: En asiro, Gimirri (los cimerios de Heródoto). Progenitor de los celtas”.
Bullinger confundió el hijo de Jafet, Gomer, con la esposa de Oseas que era un tipo profético de la nación de Israel. Si Bullinger hubiera escrito esta nota para explicar Oseas 1.3 en lugar de Génesis 10.2, él habría sido exacto, porque la esposa de Oseas, Gomer (o Ghomri) tenía un nombre que era casi idéntico con el nombre oficial para la casa de Israel, como visto en los archivos asiros.
El hecho es que los celtas y muchos otros en Europa originaron en la tierra vieja de Asiria, emigrando a Europa después de que Asiria cayó a los babilónicos en 607 a.C. Estos israelitas fueron conocidos a los asiros por el nombre Gimirra.
Los historiadores demuestran por todos los archivos antiguos que el nombre deriva del rey Omri (Ghomri) de Israel no de la esposa de Oseas. Esto también se da testimonio por The New Standard Jewish Encyclopedia [La Nueva Judía Estandarizada Enciclopedia] (1970 edición), página 1471,
"Según la Piedra Moabita, él [Omri] dominó a Moab. Los asiros llamaron el reino de Israel por su nombre para el resto de su existencia".
Los gimirri-israelitas se llamaron Saka y Sakka en otros idiomas, pero ellos eran el mismo pueblo. Vemos esto en la tumba de Darío de Persia, localizada a Behistún. La inscripción muestra a todas las naciones y pueblos diferentes que Darío había gobernado en su reino, incluso a Gimirri. Esta inscripción es escrita en tres idiomas. Wikipedia nos dice sobre esta inscripción de Behistún como sigue:
“La inscripción incluye tres versiones del mismo texto, escrito en tres idiomas de cuneiforme letra cursiva: antiguo persa, elamita y babilónico”.
En el idioma antiguo persa ellos son saka (normalmente deletreado escitia, skuths, o escocés). En el elamita ellos son sakka. En el babilónico ellos son gimirri. Por eso, los gimirri también son los saka. El historiador griego, Heródoto, se refiere al saka como sacae, mientras los historiadores latinos deletrean el nombre sajónes.
Estos son todos virtualmente la s mismas personas, descendidas de los israelitas bíblicos, y explica cómo Europa fue poblada por los inmigrantes de la misma área donde los israelitas fueron cautivados por Asiria. De hecho, tantos inmigraron a través de los montes de los Cáucasos (localizado entre el Mar Negro y el Mar Caspio) que historiadores vinieron a llamarlos caucásicos.
En otros términos, el cementerio de Israel en Asiria se volvió fuente de Europa como los israelitas inmigraban a Europa bajo nuevos nombres dados a ellos por otras naciones.
Algunos de estos cautivos israelitas, como escribí antes, inmigraron a las provincias norteñas del Asia Menor. Siendo más accesible a los cristianos del primer siglo, Pedro y Santiago escribieron cartas a los cristianos entre ellos. El evangelio fue predicado a ellos, y con tiempo ellos se volvieron conocidos como las "naciones cristianas" del Oeste. Dios hizo que el evangelio les llegara a ellos antes del resto del mundo, porque ésa es la ventaja primaria de ser de Judá e Israel. Pablo dice en Romanos 3:1,
1 ¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? ¿o de qué aprovecha la circuncisión? 2 Mucho, en todas maneras. Primero, ciertamente, que les ha sido confiada la palabra de Dios.
La ventaja del ”judío” de Judá era que ellos eran “escogidos” y confiados con la palabra de Dios. Ninguna otra nación podría clamar tal una distinción. ¡Qué tremenda ventaja esto era sobre las otras naciones! Pero esto no significó que ellos pudieran usar este estado de "escogido" como un paso libre a la salvación. De hecho, su ventaja los hizo más responsable a Dios, y por violar el pacto, ellos se juzgaron con una severidad mayor.
La ventaja del judío de Judá también era la ventaja de los israelitas—incluso en la dispersión. Ellos eran segundos en línea para recibir la palabra. Y así el Evangelio fue de Jerusalén y Judea a Samaria y entonces al mundo de habla griega. Esto incluyó las provincias norteñas de Asia donde muchos de los israelitas habían establecido. Por los siglos Dios hizo que las tribus perdidas de Israel recibieron el evangelio de Cristo primero. La mayoría del resto del mundo tenía que esperar por aproximadamente dieciocho siglos antes de que los misioneros cristianos les trajeran el evangelio.
Esta demora larga era mayormente porque la Iglesia enfocó principalmente en las "bárbaras" tribus (escitas) en Europa. Sus métodos de conversión llegaron a ser más carnales y políticos también después del tercer siglo. Cuando el cristianismo se consolidó en el Oeste, se había perdido hace tiempo la simplicidad del evangelio y el amor cristiano. Así cuando el cristianismo finalmente miraba a las otras naciones, los vio más como rivales religiosos y enemigos políticos en vez de gente que necesitaban saber el amor de Cristo.
Durante los siglos estos israelitas (o, más propiamente, estos ex-israelitas de la dispersión) eran parte de la migración más grande de gente en la historia del mundo. Ellos pasaron de Asiria a Europa y eventualmente a las Américas, Australia, Nueva Zelanda, y muchas otras partes del mundo. Aunque "cristiano" en nombre, ellos tenían a menudo poco entendimiento del carácter de Cristo y sabían más liturgia que la Escritura. Y así ellos maltrataron a menudo terriblemente a la gente nativa a esas tierras extranjeras. Ofreciendo libertad del pecado, ellos los esclavizaron nuevamente a la jerarquía de la Iglesia.
El punto de esta discusión presente, sin embargo, es mostrar primero que los judíos no son los israelitas. Segundo, la nueva reunión de Israel, de ser visto de una perspectiva racial o genealógica, no es el estado sionista "de Israel".
Una de las fundaciones básicas de dispensacionalismo moderno es la idea que los judíos son los israelitas, y esto ha fomentado el sionismo cristiano. La aserción habitual es que los judíos son escogidos debido a su herencia racial. Entonces, con llamarlos "Israel", ellos multiplican el error por dar la primogenitura de José a los judíos. Estas suposiciones básicas son equivocadas, y esto quiere decir que su estructura entera teológica es construida sobre la arena.
La 70ª semana de Daniel, como ellos exponen sobre ello, se dice, es atada firmemente al estado israelita, asumido ser la nueva reunión de Israel. Como ellos también han hecho esto un asunto puramente racial, ellos han hecho judíos "escogidos" sin la necesidad de aceptar a Jesucristo. Son permitidos seguir en el antiguo pacto como si esto fuera todavía un pacto válido y no, como los Hebreos 8.13 dice, "anticuado".
El sionismo cristiano presupone una iglesia "gentil". ¿Pero qué si la vasta mayoría de cristianos por los primeros 19 siglos de la iglesia fueran realmente Israelitas genealógicos en el exilio? Esto haría al dispensacionalismo el hazmerreír del mundo teológico, porque si la genealogía fuera el requisito por ser “escogido”, entonces la vasta mayoría de la iglesia desde el primer siglo sería ya “personas escogidas”.
La Iglesia europea se descendió genealógicamente de Israel, pero habiendo sido divorciado de Dios, ellos ya no tenían el derecho de ser llamado por ese nombre. Para recobrar el estado israelita, ellos fueron exigidos a arrepentirse y experimentar una transformación espiritual por fe en Jesucristo. Esto sería hecho en dos fases. En la primera fase, la gente debía aceptar a Jesucristo y tener fe en Su primera misión terrenal como el Cordero de Dios sacrificado para el pecado del mundo. Esto les permite unirse a la tribu de Judá.
Yo ya he mostrado en capítulo cuatro que la iglesia es la continuación de la tribu de Judá. Los judíos que siguieron al Heredero justo al trono de David (Jesús) eran los únicos miembros tribales que permanecían en Judá. Aquéllos que sublevaron contra el Rey fueron cortados fuera de su gente. Los "higos buenos" (Jeremías 24) permanecían en Judá, mientras los "higos malos" fueron cortados.
Esto es porqué Pablo dijo en Romanos 2.28, 29 que los verdaderos "judíos" (es decir, miembros de la tribu) eran aquéllos que habían aceptado el nuevo pacto junto con su “señal”, la circuncisión del corazón. Recíprocamente, ésos que permanecían en el antig uo pacto con su “señal” de circuncisión física NO eran los judíos.
La iglesia, entonces, era Judá. No reemplazó a Judá. Era Judá desde el principio. A esta nación fueron enjertadas las ramas de muchas otras naciones, pero todavía era una higuera que tiene como su raíz la descendencia de David (Apocalipsis 5.5). Siendo parte de la iglesia no es un asunto de genealogía racial, pero de ciudadanía nacional. La ciudadanía viene por la fe, seguido por la ceremonia formal conocido como bautismo por el cual los hombres mueren a las viejas nacionalidades y viven a la nueva.
Creer en Cristo y aceptar Su Sacrificio para el pecado y Su derecho al trono de David será dados la ciudadanía en la tribu de Judá que es gobernado por Jesucristo. No es un asunto genealógico sino una cuestión de ciudadanía legal en la tribu de Judá.
En fase dos, volviéndose un israelita requiere aceptando a Cristo en Su segunda misión terrenal, cuando El viene como José el israelita. Jesús tiene que venir dos veces para unir el Cetro de Judá con la primogenitura de José. En Su segunda venida El “estaba vestido de una ropa teñida en sangre;..." (Apocalipsis 19.13). Esto lo identifica como José (Génesis 37.31). Para un estudio completo en este tema, vea mi libro, Las Leyes de la Segunda Venida.
Volverse un israelita es volverse un vencedor. Esto va más allá de la justificación simple por la fe. Considerando que los creyentes son ciudadanos del Reino, los vencedores son gobernantes en el Reino. Así como la fe no es basada en la genealogía de uno, tampoco la genealogía no es requerida para volverse vencedor. Es un asunto de carácter y poniéndose del mismo parecer con Cristo, no la habilidad de rastrear la genealogía de uno a un hombre particular o tribu.
En la vista de Dios, la Iglesia es en general Judá, mientras los vencedores son de Israel. Ningún grupo es "gentil" en el sentido usual de la palabra. La gente no puede clamar la genealogía en la tribu de Judá para también clamar ciudadanía en el Reino. Tampoco nadie puede clamar genealogía de Israel como base de reinar. Ambas categorías son ahora basadas en relación exclusivamente con Jesucristo.
Si un judío racial desea recuperar la ciudadanía en el reino, entonces permítale poner su fe en Jesucristo. Si un ex-israelita racial de la dispersión desea salir de cautividad y recuperar la ciudadanía en el Reino de Dios, permítale también poner su fe en Jesucristo. Todos nosotros debemos pasar por la misma puerta, porque, como Pablo nos dice, “Porque no hay diferencia", (Romanos 3.22).
Si cualquiera desea gobernar en el Reino de Dios, entonces permítale aumentar su fe, mientras yendo más allá de la fe justificativa, y entra en el acuerdo completo con Cristo y Su plan para la tierra. (Vea mi libro, Cómo Ser un Vencedor.)
Dispensacionalistas y sionistas cristianos han reconstruido la pared que separa los judíos de los "gentiles”. El antiguo templo en Jerusalén tenía una pared en el atrio exterior que separaba los hombres judíos de las mujeres y no-judíos. Dios nunca le dijo a Moisés que construyera tal partición en su tabernáculo, ni Dios tampoco instruyó a David o Salomón que construyera tal pared en el templo.
Era una tradición de hombres que hicieron nulo la ley de Dios. Jesús vino a demoler esta pared separadora y hacer ambos grupos una sola unidad. Pablo habla de esto en Efesios 2.14-22.
14 Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, … 15 …para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz,… 18 porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. 19 Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios,
Pablo describe el Verdadero Templo de Dios que se construye en la fundación de los apóstoles y profetas con Jesucristo siendo la piedra principal del ángulo. Como creyentes, estamos siendo construidos "un nuevo hombre" en Cristo, con las barreras viejas de Judaísmo tradicional siendo abolidas. El propósito de esta pared separadora era hacer un grupo "escogido" sobre los otros. Les permitió a los hombres judíos acercarse de Dios, pero mantuvo a las mujeres y no-judíos, más lejos como para decir que ellos contaminarían Dios acercándose a El.
El sionismo cristiano apoya la reconstrucción del viejo templo en la Jerusalén vieja. Con este templo—con tal que Dios permitiría que se completara tal edificio—una pared separadora también se reconstruiría. Los judíos serian dados un lugar especial encima de todos los demás y una pared guardaría a los no judíos (y cristianos) a una distancia de su Mesías judío. Ya no sería allí "un nuevo hombre", sino dos—uno inferior al otro y ciertamente menos amado y menos privilegiado. Esta es la creencia dispensacionalista del Reino de Dios en la edad venidera.
Es como si Jesús habría abolido temporalmente esta pared separadora por una llamada "edad de la iglesia", para luego reconstruirla en la llamada "edad judía" venidera. Se supone que creemos que la idea de "un nuevo hombre" es un lujo de la edad actual que acabará con el re-establecimiento de tradiciones judías de hombres en un templo físico en Jerusalén, completo con los Levitas y sacrificios de animales, todo funcionando bajo un antiguo pacto resucitado.
Yo tengo una discordancia seria con esto, basado en el libro de Hebreos, y por eso éste es el propósito del estudio actual.