Latest Posts
View the latest posts in an easy-to-read list format, with filtering options.
Cuatro lecciones básicas y un epílogo sobre lo que la Biblia enseña acerca de ser un vencedor.
Category - General
Un vencedor es uno que ha aprendido a ser un siervo obediente de Dios. Uno tiene que ser un siervo antes de uno puede ser un verdadero hijo, porque aun los hijos tienen que aprender la obediencia como siervos mientras ellos todavía son niños (Gálatas 4:1). Una marca de un cristiano inmaduro es uno que espera tener los privilegios de un hijo antes de llegar a la madurez. Ellos piensan que son los hijos sólo porque ellos han "nacido de nuevo" en la familia de Dios. Pero ellos no se dan cuenta de que estar en la familia de Dios exige un crecimiento cristiano para aprender responsabilidad, para que ellos sepan usar la autoridad con cordura con la mente de Cristo.
En tiempos antiguos Israel celebró tres fiestas principales, cada una de las cuales tiene significado para nosotros hoy. Las tres eran: Pascua, Pentecostés, y Tabernáculos. Pascua celebró el día que Dios libró a Israel de Egipto. Era el día que Moisés empezó a llevar a los israelitas a la Tierra Prometida. Después de cruzar el Mar Rojo, Moisés los llevó a un lugar llamado el monte Sinaí donde Dios les dio los Diez Mandamientos. Ese día llegó a ser celebrado como la fiesta de Pentecostés.
Un año después de que Dios les dio la ley, Israel dejó al monte Sinaí y empezó a acercarse a la tierra de Canaán que Dios les había prometido como su herencia. Cuando la gente llegó allí, ellos les enviaron a doce hombres a reconocer la tierra. Ellos volvieron después de 40 días y dieron su informe. La tierra era muy productiva, ellos dijeron, pero ya estaba habitada por demasiada gente, algunos de quienes eran gigantes. La fe de la gente derritió, y ellos no creyeron que Dios pudiera ayudarles a conquistar la tierra. Así que Dios les hizo volver al desierto durante otros 38 años antes de permitirles entrar en la tierra bajo Josué.
El punto es que si Israel hubiera heredado la tierra en su momento designado, ellos habrían entrado en la tierra en el primer día de la Fiesta de Tabernáculos. En cambio, ellos se negaron, y esa generación todos se murieron en el desierto sin recibir su herencia. Aun así, ellos habían de conmemorar ese día por celebrarlo como la Fiesta de Tabernáculos todos los años.
El significado para nosotros es esto: Nosotros mismos fuimos salvados de nuestra propia esclavitud por la muerte de Jesús en la Cruz. Él se murió a la Fiesta de Pascua para traer la Iglesia a su herencia divina, su "Tierra Prometida". Pero éste era sólo el principio de la jornada. Siete semanas después al día de Pentecostés, el Espíritu Santo fue dado a la Iglesia (Hechos 2). Éste era el verdadero cumplimiento de Pentecostés, así como la muerte de Jesús en la Cruz era el verdadero cumplimiento de Pascua.
Pero el Pentecostés no era la fiesta final a ser cumplida. La tercera gran fiesta era la Fiesta de Tabernáculos (Tabernáculos), representando la herencia, nuestra "Tierra Prometida". Esto no se refiere a una persona que "va al cielo". El cielo no es nuestra herencia. Nuestra herencia es el cuerpo glorificado, el "tabernáculo" que nos vestirá en la inmortalidad (2 Corintios 5:1-4).
Es que nosotros perdimos ese cuerpo inmortal cuando Adán pecó hace tiempo. El cuerpo es hecho del polvo de la tierra. Es nuestra "herencia de la tierra". La intención de Dios era mostrar Su gloria en la tierra como la es en el cielo. Su propósito no será cumplido hasta que Su gloria cubra la tierra como las aguas cubren el mar (Habacuc 2:14). Su intención es no destruir este "polvo" sino llenarlo de Su gloria. Esto fue ilustrado y demostrado por el propio Jesús cuando Él fue transfigurado en el monte (Mateo 17:1-5).
Un vencedor es uno que cumple toda la jornada de "Egipto" a la "Tierra Prometida". Para hacer esto, él debe dejar Egipto primero. Es decir, él experimenta Pascua poniendo su fe en Jesucristo, el "Cordero de Dios" (Juan 1:29). En el Nuevo Testamento, esto se llama la "Justificación" (Romanos 4:25).
Segundamente, él experimenta Pentecostés por ser llenado con el Espíritu Santo. Esto es una experiencia separada que empieza el proceso llamado "Santificación" (1 Corintios 1:30). Esto significa nosotros somos apartados para servicio divino, y que nosotros empezamos con aprender obediencia por ser llevado por el Espíritu Santo. Mientras una persona aprende a ser llevada por el Espíritu, él aprende a oír y obedecer la voz de Dios.
Si él califica como un siervo fiel, entonces él es elegible para la tercer y final fiesta, Tabernáculos, por la cual él es vestido con la vestidura de inmortalidad. Cada creyente recibirá este premio en el futuro, pero no todos lo tendrán a la primera resurrección. La mayoría tendrá que esperar la segunda resurrección descrita más arriba en parte una: De Ser Perdonador. El hecho simple es que la Iglesia de la Edad de Pentecostés en los últimos 2,000 años ha seguido el ejemplo de la israelita "congregación [iglesia] en el desierto" (Hechos 7:38) bajo Moisés.
La justificación es exclusivamente por fe. Pero una vez una persona ha sido justificada, salvada, nacida de Nuevo—cualquier cosa que se lo prefiere llamar—Dios entonces empieza a enseñar obediencia al creyente. Nadie es justificado por la ley—es decir, por la obediencia a la ley. Pero tampoco es un creyente santificado aparte de la ley. Un verdadero pentecostés no es sin ley sino legal.
Cuando yo uso el término "ley", yo me refiero a cualquier mandamiento que Dios nos da, si parte del registro escrito de las Escrituras o por una indicación directa del Espíritu Santo. Cualquier cosa que Dios dice que hacer es una ley, porque Dios requiere obediencia a todos Sus mandamientos.
Israel fue “salvado” o "justificado por fe" cuando ellos dejaron a Egipto. Es decir, ellos contestaron la llamada y tenían la fe que Dios los sacaría de esclavitud y los pondría en la herencia que Él les había prometido. Esto precedió la ley por aproximadamente cincuenta días. Esto era para mostrarnos que la justificación es distinta de la ley y de la santificación. Romanos 3:28 dice,
28 Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.
Una vez que Pablo estableció que justificación no es por la ley, entonces en Romanos 6 él empezó a enseñar los principios de santificación. Romanos 6:1, 2 dicen,
1 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? 2 En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?
"Pues el pecado es infracción de la ley" Juan dice en 1 Juan 3:4 (Reina-Valera 1960). Más literalmente el verso dice que "pecado es sin ley". La palabra griega es anomia. Viene de la palabra griega nomos, "ley". La ley define pecado para nosotros. El homicidio es un pecado porque la ley así lo define en Éxodo 20:13. El adulterio es un pecado porque la ley así lo define en Éxodo 20:14. El robo es un pecado porque así la ley lo define en Éxodo 20:15.
El Apóstol Pablo nos dice en Romanos 3:20, "porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado". Él también dice en Romanos 7:7,
7 ¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás.
Es el mismo en la sociedad de hoy. Nuestro gobierno tiene leyes que definen "pecado" como ellos lo ven. Si no hubiera ninguna ley contra el robo u homicidio, entonces ni siquiera el juez más inteligente no podría declarar culpable a cualquier hombre de robo o asesinato. Esto es porque los hombres promulgan las leyes. Ellas son la norma de medida en cada corte para decidir culpa o inocencia.
Así es con el Reino de Dios. La norma de medida para la conducta cristiana es la ley divina. Romper uno de Sus leyes es ser un pecador. Y nosotros sabemos que todos los hombres han roto la ley, porque Romanos 3:19 y 23 dicen,
19 Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios;… 23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.
Porque todos los hombres han pecado, no hay ninguna manera para cualquiera ser justificado por la ley, porque la ley sólo puede condenar al culpable. Pero Jesús vino y pagó la deuda por el pecado del mundo entero para que nosotros pudiéramos ser justificados. A la ley no le importa quien pague la deuda, con tal que se pague. Jesús satisfizo la demanda completa de la ley, y por eso la ley ya no tiene derecho para condenarnos u obligarnos a pagar la deuda por nuestro pecado.
Aún en hacer esto, Jesús no deshizo la ley. Si Él hubiera deshecho la ley, Él no habría necesitado pagar su multa. Él simplemente podría haber derogado la ley. Pero Él no hizo esto, porque el Apóstol Pablo dice en Romanos 3:31,
31 ¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley.
En América y cada otra nación, los hombres están cambiando constantemente sus leyes. Nosotros teníamos leyes prohibiendo adulterio y relaciones homosexuales. Esas leyes se han deshecho ahora. Esto significa que nadie puede estar procesado en una corte de ley si ellos hacen estas cosas. Otros quieren deshacer las leyes contra el uso de marihuana o heroína. Si esas leyes son deshechas, tampoco nadie podría ser procesado por hacer esas cosas.
Así es con la ley de Dios. Algunos cristianos enseñan que Dios deshizo Su ley, y no sólo unas de las leyes, sino la ley entera. Si ése fuera el caso, entonces toda la actividad humana sería legal en los ojos de Dios. No habría ninguna cosa tal como el pecado. Dios no tendría ningún derecho para juzgar a cualquier hombre o nación para la desobediencia, porque nada podría ser definido como desobediencia o pecado. Romanos 4:15 dice, "donde no hay ley, tampoco hay transgresión".
¿Hay pecado en el mundo? Sólo si la ley todavía es en efecto. ¿Juzgará Dios al mundo al Gran Trono Blanco? Sólo si hay una ley por la cual Él puede juzgar.
Esto no significa que las leyes no pueden cambiar. Ellas se cambian. Hay leyes morales, claro, que quedan inalteradas. Pero hay ciertas formas de la ley que cambian, y hay cambios en la administración y autoridades que cambian. Por ejemplo, en el Antiguo Testamento, Dios requirió que los hombres trajeran los sacrificios al templo. En el Nuevo Testamento, Jesús llegó a ser el Sacrificio final por todo tiempo que nunca tendría que ser repetido. Igualmente, en el Antiguo Testamento, la autoridad sacerdotal fue restringida a la porción de Levitas que fuera descendida directamente de Aarón, el hermano de Moisés. Pero en el Nuevo Testamento Jesús vino por un orden diferente de sacerdocio llamado el Orden de Melquisedec (Hebreos 5:6) que no requirió descendencia física de Aarón. En cambio, requirió descendencia espiritual de Jesucristo, el Sumo Sacerdote continuo de aquel Orden.
Entonces sí, ciertas cosas en la ley fueron cambiadas. Pero el homicidio todavía es un pecado, el robo todavía es un pecado, y el adulterio todavía es un pecado. Dios no cambió a Su parecer en esos asuntos morales, tampoco Él no los legalizó de repente cuando Jesús murió en la Cruz.
Romanos 10:17 nos dicen que la "Así que la fe es por el oír". En el idioma hebreo del Antiguo Testamento, la palabra shema significa "oír u obedecer". Nosotros podemos traducirlo de cualquier modo y todavía sea correcto. En otros términos, el concepto bíblico de oír a Dios no puede separarse de la obediencia a lo que uno ha oído. Si una persona afirma haber oído a Dios hablar, pero no obedece Su voz, entonces esa persona realmente no ha oído nada. Esto es eso que el Apóstol Santiago quiso decir cuando él escribió en Santiago 2:17 y 24,
17 Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma… 24 Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe.
Esto ha confundido a las muchas personas que piensan que el Apóstol Santiago estaba contradiciendo al Apóstol Pablo (Romanos 3:28 a 4:5). Pero esto no es el caso. Los dos eran correctos. Pablo era correcto en separar la justificación de santificación—eso es, Pascua de Pentecostés. Pero Santiago era correcto en poner obras con fe—eso es, obediencia con oír.
La enseñanza de Pablo nos dice que Pascua y Pentecostés son dos fiestas diferentes que conmemoran dos ocasiones diferentes. Israel salió de Egipto antes de recibir la ley en el monte Sinaí. Por lo tanto, la justificación es por fe, aparte de la obediencia a la ley.
La enseñanza de Santiago nos dice que en la fiesta de Pascua, Israel recibió la revelación que ellos tenían que matar a un cordero y poner la sangre en los postes y en los linteles de las puertas de sus casas. Oyendo esa palabra no era bastante. Ellos tenían que actuar en ella para salvar a sus primogénitos de la muerte. Así, la obediencia es el resultado de fe, y sin la obediencia, no hay nada de fe genuina.
Si usted ha sido justificado por la fe y cree que Jesucristo murió por sus pecados y resucitó de nuevo por su justificación, entonces usted ha empezado su jornada a la Tierra Prometida. Usted ha “salido de Egipto", el lugar donde usted estaba en la esclavitud de su pecado. Usted es ahora parte de la "congregación" (la Iglesia), así como ésos que dejaron a Egipto en Pascua eran parte de la Iglesia en el desierto (Hechos 7:38). Esto significa que usted es ahora un CIUDADANO del Reino. Los ciudadanos bajo Moisés fueron permitidos entrar en el atrio exterior del Tabernáculo.
Había tres partes en el Tabernáculo de Moisés: el atrio exterior, el Lugar Santo, y el Lugar Santísimo. Al considerarnos ser el templo de Dios, estas tres partes del Tabernáculo corresponden al cuerpo, alma, y espíritu. Pero nosotros también podemos ver estas tres partes por lo que se refiere a nuestro lugar en el Reino: el Ciudadano, Sacerdote, y cuerpo del Sumo Sacerdote. (Hoy nosotros somos de un sacerdocio de Melquisedec, no un sacerdocio de Leví.)
Una vez usted ha salido de Egipto y ha llegado a ser ciudadano del Reino, usted es elegible ir al "monte Sinaí" para experimentar Pentecostés. Esto a veces está llamado un "segundo trabajo de gracia" en nuestras vidas. Un verdadero Pentecostés es uno que entra en el Lugar Santo del Tabernáculo. Sólo los sacerdotes podían entrar en el Lugar Santo. Así, un verdadero Pentecostés es más que un simple CIUDADANO del Reino. Él también es un SACERDOTE del Reino.
El modelo del Antiguo Testamento para esto se ve en el hecho que ésos de la tribu de Leví eran ciudadanos del Reino, pero los descendientes de Aarón eran sacerdotes.
Pentecostés es la fiesta del dar de la ley. Celebra el día que Dios le dio los Diez Mandamientos a Israel en el monte Sinaí en Éxodo 20. En esa ocasión, Dios habló, y toda la gente oyó la voz de Dios. Deuteronomio 4:12 dice,
12 y habló Jehová con vosotros de en medio del fuego; oísteis la voz de sus palabras, mas a excepción de oír la voz, ninguna figura visteis.
Israel estaba demasiado temeroso en ese momento para oír más de sólo los Diez Mandamientos. Ellos le pidieron a Moisés que le dijera a Dios que dejar de hablarles directamente (Éxodo 20:18-21). Ellos prefirieron dejar a Moisés decirles lo que Dios dijo en vez de oír a Dios directamente—es decir, oír Dios indirectamente a través de un agente humano. Hebreos 12:19 refiere a ese día, diciendo,
19 al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más,
Ese día Israel estableció un precedente terrible por negar a oír la voz de Dios directamente para ellos mismos. Ellos quisieron a un hombre, un predicador profesional, a oír a Dios y entonces decirles lo que Él dijo. Ellos quisieron una relación indirecta con Dios. Así que Dios les concedió su petición. En lugar de escribir Su ley en sus corazones por Su voz, Él les dio la ley en las tablas de piedra. Si las personas querían oír la voz de Dios, ellos tenían que leer las tablas que no tenían ninguna vida. Ellos no entendieron que "la fe es por el oír" (Romanos 10:17), y que “sin fe es imposible agradar a Dios" (Hebreos 11:6).
Uno puede recibir fe ciertamente por leer las tablas de piedra (o la palabra escrita que nosotros llamamos la Biblia). Pero esto sólo puede pasar a través de la acción del Espíritu Santo. Nosotros no podemos pasar por alto la voz directa de Dios y todavía esperar ver nuestra fe crecer. Nosotros tenemos que aprender a oír a Dios si nosotros estamos leyendo la Palabra, o escuchando a un predicador, u observando las señales de la época. Los aspectos exteriores en sí y de sí mismos no producirán fe en nosotros. La fe viene cuando nosotros vemos a Dios y oímos Su voz en los aspectos exteriores.
Dios desea una relación personal y directa con cada uno de nosotros. Esto es lo que nos separa de aquéllos adorando al "dios desconocido". Dios no está satisfecho a tirar las Escrituras a nosotros y después dejarnos deducir cómo vivir por ellas. Él opera en nosotros por Su Espíritu cada momento del día, y si nosotros solamente escuchamos, nosotros siempre podemos ser guiados por esa voz quieta, interior.
Esto es Pentecostés. Desgraciadamente, Israel se estableció un ejemplo en Éxodo 20 que rechazó el verdadero significado de Pentecostés. Ellos todos sí oyeron los Diez Mandamientos, y entonces nosotros vemos que aún hoy que esta porción de la ley es conocida en la Iglesia. Pero el resto de la ley sólo fue dada indirectamente a Israel, porque Moisés era el único que oyó el resto de la ley cuando él ascendió al monte en Éxodo 20:21. Es infortunado que incluso en la Iglesia hoy, el resto de la ley queda ocultada de la mayoría de la gente. Ellos no la estudian, porque no es una revelación a ellos. Hay un velo encima de sus ojos que no es quitado excepto por la revelación del Espíritu Santo, que exclusivamente puede traer esta porción de Escritura a la vida.
En Hechos 2 el velo fue quitado de los ojos de los 120 discípulos en el aposento alto. Ellos superaron los efectos de la decisión de sus antepasados. Los 120 decidieron que ellos sí querían oír el resto de la revelación de Dios. Ellos no estaban satisfechos con lo que ellos habían oído en tiempos pasados. Ellos no estaban satisfechos con vista parcial y oído parcial. Ellos querían que Jesús sanara su ceguedad parcial, así como Jesús sanó en el noveno capítulo de Juan al hombre que nació ciego.
La mayoría de los cristianos ha leído más de una vez el "Sermón del monte" de Jesús. Es escrito en Mateo 5-7. Hacia el fin de este pasaje, Él habla de saber la diferencia entre los profetas verdaderos y falsos por su "fruto". Entonces dice en Mateo 7:21-23,
21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.
La palabra griega traducida "sin ley" es anomia. La Reina-Valera 1960 le traduce “maldad”, que es técnicamente correcto pero no lleva adecuadamente a la mayoría de la gente el concepto de despreciar la ley de Dios. Una mejor traducción es "el pecado es sin ley o un rechazo de la ley".
En este pasaje Jesús estaba hablando sobre creyentes. De hecho, Él estaba hablando sobre creyentes que incluso podían realizar milagros. Ellos son incluso personas que tienen el Espíritu Santo hasta cierto punto, porque nosotros leímos en 1 Corintios 12:3, "nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo". Al parecer Jesús no era tan impresionado por milagros como son otros hombres. Los milagros son buenos y ciertamente muy útiles, pero nunca se dice que son una marca de un vencedor. Así si usted nunca ha realizado un milagro, no se desanime en su búsqueda para ser un vencedor. Esto no es una lección en hacer milagros; es una lección en simple obediencia como llevado por el Espíritu Santo.
En Números 20:11 Moisés golpeó la peña, y un milagro sucedió. El agua salió de la piedra para los israelitas. Pero Dios no le había dicho a Moisés que golpeara la peña—no en esta ocasión. Dios le dijo en verso 8 que hablara a la peña. Moisés era desobediente y debiera de haber sabido mejor, y por esta razón no le fue permitido a entrar en la Tierra Prometida.
Esto es un buen ejemplo de cómo milagros pueden ser hechos en desobediencia a Dios. Jesús previo el día cuándo "muchos" dirían, "Señor, Señor, ¿no hemos hecho muchos milagros en Su nombre”? Jesús no disputó su declaración. Pero los milagros no determinan quién es y quién no es vencedor. Dios es más interesado en obediencia que en milagros.
En la parábola de Jesús de la cizaña en el trigo, Jesús de nuevo usa el término anomia, diciendo en Mateo 13:41,
41 Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, 42 y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.
¿Serán juzgados los transgresores por "fuego"? Sí, eso es lo que dice, pero yo no creo que esto sea un fuego literal que tortura a gente. Para un estudio completo en la naturaleza y duración del "fuego", vea nuestro libro, Los Juicios de la Ley Divina. Allí nosotros mostramos que el “fuego” es la "ley ardiente" que Dios dio a Israel (Deuteronomio 33:2). Representa el juicio divino de la ley. La ley nunca prescribió tortura para cualquier pecado. Por ejemplo, el "fuego" aplicado a un ladrón era que él tendría que pagar la restitución (Éxodo 22:1-4).
Hay dos tipos de personas sin ley: los creyentes e incrédulos. Los dos serán juzgados según la ley divina. Pablo dice de creyentes en 1 Corintios 3:11-15,
11 Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. 12 Y si sobre este fundamento [Cristo] alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, 13 la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el FUEGO será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el FUEGO la probará.
Note aquí que ese Pablo estaba hablando de aquéllos que estaban construyendo en el Fundamento que es Cristo. Si Cristo ya es puesto como el fundamento en sus vidas, entonces ellos son cristianos. Lo que cristianos hacen DESPUÉS de que ellos han recibido a Cristo es pintado por el oro, plata, y piedras preciosas—si ellos han hecho las cosas en obediencia y por fe. Pero si ellos han construido con madera, heno, u hojarasca, estas cosas pintan esos trabajos de la carne (obras sin ley) que pueden y serán quemados por el fuego de Dios en aquel día.
14 Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. 15 Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.
Claramente, esto indica que los creyentes serán probados por el fuego de alguna manera. Sus trabajos serán juzgados según la medida de la ley ardiente. Todas obras sin ley serán consumidas en el fuego, porque ellos son la madera, heno, y hojarasca.
Volviendo a la parábola de la cizaña y el trigo en Mateo 13, Jesús dice que aquéllos que "hacen iniquidad" son cizaña—es decir, parecidos como creyentes, pero cuyo fruto es venenoso, no nutritivo. Al principio, cizaña y trigo se ven igual. Sólo cuando ya viene la cosecha que la diferencia se pone clara, porque el trigo se pone pesado con el grano e inclina su cabeza como en humildad. La cizaña produce semilla pequeña, ligera que queda recta y cuya semilla es venenosa. Nosotros los conoceremos de verdad por su fruto.
Siempre que decimos que cristianos deben ser legales [lícitos], hay siempre algunos que piensan que esto significa que tenemos que ser legalistas. Los escribas y Fariseos eran legalistas, y nosotros no defendemos el ser como ellos. Para seguir la ley, ellos la rompieron realmente en su escrupulosidad.
Muchos ejemplos son dados en Mateo 5. El legalismo es donde una persona lee la ley que dice, "No matarás", pero ellos piensan que está bien de odiar a su vecino (Mateo 5:21, 22). El legalismo es donde una persona lee la ley que dice, "ojo por ojo", y entonces ellos insisten que sea su sagrado deber para exigir la venganza por completa a todos aquéllos que los ofenden (Mateo 5: 38-42). Legalismo es donde una persona lee en la ley, "Amarás a tu prójimo", y entonces agrega su propia tradición, "y odias a tu enemigo". Legalismo es donde una persona define "prójimo" limitadamente para que ellos no tengan que amar a aquellos que ellos quieren odiar.
Esto es porque Jesús precedió todos estos ejemplos por decir que nuestra justicia debe exceder la de los fariseos (Mateo 5:20). En otros términos, nosotros tenemos que hacer una tarea mejor de interpretar y aplicar la ley que ellos hicieron. Muchas de sus opiniones destruyeron la ley. En Marcos 7:7-9,13 Jesús les dijo,
7 Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. 8 Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes. 9 Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición…13 invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido. Y muchas cosas hacéis semejantes a estas.
Es muy infortunado que los hombres interpreten y apliquen la ley por su mente carnal y entendimiento, en lugar de permitir al Espíritu Santo hacer esto por ellos. Éste era el problema con los escribas y fariseos por el día de Jesús, como Jesús dijo en Mateo 23:27, 28,
27 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. 28 Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad [anomia].
El problema ha persistido al presente. Cuando los hombres hacen esto, ellos se ponen legalistas, y ellos causan a otros a echar al lado completamente la ley. En hacer esto, ellos ya no son capaces de vivir por CADA palabra que ha venido de la boca de Dios (Mateo 4:4). Es el trabajo del vencedor orar para ver la diferencia entre ley y legalismo, para que no sean sin ley [transgresores].
Un legalista busca escapatorias en la ley para justificar su pecado. Él no es interesado en hacer la voluntad de Dios, sino quiere pecar con inmunidad. La ley tiene huecos en la revelación, porque si Dios hubiera dado la legislación sobre cada acción, los volúmenes habrían sido interminables. Un ejemplo se encuentra en la ley de Pascua. La ley dijo que cada hombre ha de celebrar la fiesta. Pero también dijo que uno que estaba sucio NO podía guardar la fiesta.
Aconteció que un hombre se murió, y sus hijos lo enterraron (Números 9). En tocar al cuerpo muerto, ellos ya se volvieron inmundos y no pudieron celebrar Pascua. Así que ellos vinieron a Moisés para preguntarle qué hacer en este caso. Moisés reconoció que todavía Dios no había decretado en cosas así, y por eso él fue a Dios para conseguir más revelación sobre esto. Dios le dijo que si ellos no podían celebrar Pascua en el primer mes, ellos habían de celebrarla en el segundo mes en el mismo día del mes.
Esta decisión era una tremenda revelación, porque nos muestra que hay una segunda oportunidad en ser justificada por la fe en la sangre del Cordero. Muchos han desdeñado la idea de "segunda posibilidad” [en el sentido de un juego de azar], insistiendo que uno sólo puede ser justificado en este tiempo de vida presente. Pero la ley manifiesta el corazón de Dios en este asunto. Si una persona está "inmunda" en este siglo, hay una segunda oportunidad (no juego de azar) para ser justificada en el siglo venidero. Esta idea se discute más completamente en mi libro grande, El Jubileo de Creación y un folleto más pequeño, ¿Si Dios Pudiera Salvar A Todos—Lo Haría?
Un legalista interpreta la Biblia según el ídolo de su propio corazón—es decir que su propio deseo y entendimiento, en lugar de una revelación del Espíritu Santo. Él busca los huecos en la ley para justificar su pecado, o él le agrega de sus propias tradiciones a la ley que hace la ley una carga pesada a la gente. Vencedores son aquéllos cuyo deseo es conocer a la mente de Dios, en lugar de establecer su propio deseo o punto de vista. Ellos quieren ser obedientes auténticamente, en lugar de dictar sus deseos a Dios.
Siempre ha sido el deseo de Dios de llevarnos por la acción directa del Espíritu Santo. Esto fue pintado bajo Moisés por la columna de fuego de noche y la columna de nube de día que llevó a Israel en el desierto. Sin embargo, los hombres son de mentalidad carnal y parecen tener dificultad para oír la voz de Dios. Algunos tienen corazones rebeldes que niegan a oír, y otros tienen mucha idolatría del corazón que les impide oír.
Por esta razón, Dios ha dado la ley en tablas externas (sea piedra o papel no es el asunto). Dios prefiere escribir la ley en nuestros corazones por la palabra hablada, porque eso hace interna la palabra y le hace una parte de nuestra misma naturaleza. Pero pocos parecen poder oír esa palabra, y así nosotros hemos sido dados un registro escrito de la palabra. Los hombres estudian esta palabra escrita con la mente carnal o por la mente espiritual con resultados diferentes.
El Espíritu Santo no fue dado como una alternativa mejor a la ley, o como un suplente de la ley. El Espíritu Santo fue dado para que nosotros pudiéramos conocer a la mente de Dios cada vez que Él habla. Las cosas que fueron escritas en el pasado estaban principalmente escondidas de los hombres, y estas cosas sólo podrían ser reveladas por la acción directa del Espíritu Santo. En otros términos, el Espíritu Santo es el iluminador de la ley, el Quien que nos da entendimiento. Esto era lo que Jesús hizo personalmente mientras Él caminaba con los discípulos. Pero cuando Él los dejó corporalmente, el Espíritu Santo llegó a ser Su suplente de esta manera. John 14:25, 26 dice,
25 Os he dicho estas cosas estando con vosotros. 26 Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.
Por lo tanto, el Espíritu Santo no es un suplente de la ley, sino un suplente por Jesús. Entendiendo esto, nosotros no entraremos en la trampa—legalismo o iniquidad [anomia]. En cambio, nosotros aprenderemos a seguir el llevar del Espíritu Santo, que nunca nos dice que violemos la ley de Dios. El Espíritu puede llevarnos a violar tradiciones humanas—su comprensión de la ley--pero no la ley como Dios la quería ser entendida del principio.
Se ha dicho que Jesús violó a menudo la ley divina. Los fariseos creyeron esto, y ellos lo crucificaron por una acusación de blasfemia por afirmarse ser el Mesías. Ellos no podían encontrar otra acusación contra Él. Poncio Pilato encontró al Cordero de Dios estar sin mancha, diciendo, "ningún delito hallo en Él" (Juan 19:4). Los corderos de Pascua fueron exigidos estar sin defecto (Éxodo 12:5). Jesús cumplió esa ley. Así ¿cómo cualquiera puede decir que Él violó la ley? Si Él fuera culpable de pecado, Él no habría calificado como el Cordero de Dios para llevarse nuestro pecado. El pecado es infracción de la ley [anomia] (1 Juan 3:4).
La mayoría de cristianos entiende que Dios quiere que ellos sean obedientes. Algunos equivocadamente hacen obediencia un requisito para salvación (justificación), y esto los pone bajo la esclavitud de intentar ser lo suficiente para merecer la salvación. Esa vista es mantenida por aquéllos que no saben la diferencia entre Pascua y Pentecostés. Pascua nos trae justificación por la fe, aparte de las obras (Romanos 3:28). Pentecostés, sin embargo, nos trae la obediencia y no puede ser separado de nuestras obras.
En Pentecostés, nosotros somos llevados por el Espíritu para hacer cualquier cosa que Dios nos lleva (o nos dice) que hagamos cada día. Ése es el significado de obediencia. Afecta directamente todo lo que nosotros hacemos. Si una persona afirma ser llenada del Espíritu, pero niega a ser obediente, él no es un verdadero Pentecostés. 2 Corintios 10:5 dice que nosotros hacemos la guerra espiritual para este propósito:
5 derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.
El Apóstol Pedro confirma esto diciendo en 1 Pedro 1:14, 15,
14 como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; 15 sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;
Nosotros no necesitamos machacar este punto, ya que la mayoría de las personas entiende que obediencia es una virtud. Como yo lo veo, el problema más importante es que las personas han desasociado la obediencia de la ley. No es que los primeros cinco libros de Moisés representan la ley entera. No es así. La ley es la palabra escrita entera, junto con cada palabra hablada que Dios ha dicho alguna vez a todos los hombres individualmente. Cualquier cosa que Dios les dice a los hombres que hagan es una ley simplemente porque requiere la obediencia. El único calificador a esto es que los hombres también deben orar para saber la voluntad de Dios en cada orden. Si nosotros intentamos obedecer según nuestra comprensión carnal, nosotros estamos seguros de fallar a pesar de nuestras "buenas intenciones".