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La palabra en la Biblia que se traduce "ajenjo" es en realidad opio, y los profetas hablan de ella y de su significado espiritual. Esto está relacionado con las leyes del estiércol, que se ocupan del problema de los ídolos del corazón. Ezequiel nos cuenta más sobre este problema.
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La palabra hebrea para "ajenjo" es lahanaw. De acuerdo a la Concordancia Strong, la palabra significa "envenenar". La raíz de la palabra significa "maldecir". Otros pasajes usan frases como "amargo como el ajenjo" (Proverbio 5:4) y "me embriagó de ajenjos" (Lamentaciones 3:15). Esto nos muestra que, sea lo que sea, esta sustancia es algo amargo que la gente puede consumir oralmente, y que le pone a la gente "borracha". Sin embargo, esto no es vino o bebida fermentada de algún tipo.
Precisar exactamente el preciso significado sería algo difícil, si no fuera por el hecho de que está usualmente asociado con "hiel". La palabra hebrea traducida "hiel" es rosh. (Ver la Concordancia Strong #7218 al 7220). Rosh es la planta de amapola. Literalmente significa "cabeza", una referencia a la "cabeza" de la planta—su conspicua flor roja.
La amapola fue cultivada en Sodoma y Gomorra, y aparentemente esto fue uno de sus principales ingresos. Encontramos en Deuteronomio 32:31-33, que la amapola es llamada "las uvas de Sodoma".
31 Porque la roca de ellos no es como nuestra Roca, Y aun nuestros enemigos son de ello jueces. 32 Porque de la vid de Sodoma es la vid de ellos, Y de los campos de Gomorra; Las uvas de ellos son uvas ponzoñosas, [amapolas], Racimos muy AMARGOS tienen. 33 Veneno de serpientes es su vino, y ponzoña cruel de áspides".
En Apocalipsis 22:15 encontramos que esos quienes tratan con el negocio de esa droga no serán permitidos entrar a la ciudad santa. Ellos son llamados "hechiceros". La palabra griega es pharmakos, de donde nosotros obtenemos nuestra palabra "farmacéutico", o droguista. Esos no serán clasificados como Vencedores.
La Biblia a menudo habla de "las aguas de hiel" (Jeremías 9:15). Esta es la sabia o el jugo de una cierta parte de la amapola que contiene opio, el cual es ajenjo. Esto es muy amargo en sabor, y hace a la gente borracha, o "drogada". El opio era usado para matar el dolor, ambos mental y físico. Ellos intentaron darle a Jesús algo de esto a beber (Mateo 27:34) mientras Él estaba en la Cruz. Esto hubiera amortiguado el dolor, pero Jesús lo rehusó.
En el Viejo Testamento, el ajenjo llegó a ser uno de los temas de los profetas para criticar el falso sentido de seguridad de la gente. El juicio venía, pero los falsos profetas estaban diciendo "Paz, paz" cuando no había paz (Jeremías 8:11). Espiritualmente hablando, los profetas y sacerdotes estaban usando esta droga para sanar la herida de Israel ligeramente, pero esto sólo trataba el síntoma, no la causa. La nación tenía un tumor cerebral, y los falsos profetas estaban encubriendo el problema verdadero por solo darles opio, o ajenjo, para aliviar el dolor. Jeremías estaba asombrado de esto, y preguntó en 8:22,
22 ¿No hay bálsamo en Galaad? ¿No hay allí médico? ¿Por qué, pues, no hubo medicina para la hija de mi pueblo?
El veredicto de Dios fue que Él les daría M Á S DE LO MISMO. Si querían una droga, en vez del verdadero bálsamo de Galaad, Él les daría una "panza llena". Jeremías 9:15 dice,
15 Por tanto así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que a este pueblo yo les daré a comer ajenjo, y les daré a beber aguas de hiel.
Otra vez en Jeremías 8:14 leemos,
14 ¿Porque nos estamos sentados? Reuníos, y entremos en las ciudades fortificadas, y perezcamos allí; porque Jehová nuestro Dios nos ha destinado a perecer, y nos ha dado a beber aguas de hiel, porque pecamos contra Jehová.
"El ajenjo" y "las aguas de hiel" (Jeremías 8:14) sería su juicio por desobediencia a Su ley. Sus vidas se convertirían en amargura mientras armadas extranjeras invadirían y ocuparían sus tierras.
Rosh no es solo la palabra hebrea para la planta de amapola, o "hiel'', sino también es el antiguo nombre de Rusia. Esto no es coincidencia que ellos adoptaron el color rojo, el cual se iguala al color de la cabeza de la amapola. Rosh literalmente significa "cabeza", y su nombre tenía la intención de significar que ellos estarían a la "cabeza" de las naciones, la más grande de todas las naciones.
El plan soviético durante el siglo veinte fue predicar paz, mientras tramaban destruirnos. Fue parte de su plataforma inundarnos con opio y otras drogas. Ellos dijeron que el cristianismo era ''el opiato de la gente", y su solución era alimentarnos con ajenjo. El hecho es que mucho del cristianismo es en verdad sólo un opiato. Los soviéticos estaban muy correctos en sus evaluaciones de lo que pasa por el cristianismo de hoy día. Así Dios usó a los soviéticos ( Rosh ) para alimentarnos con ajenjo justo como Él dijo que Él le haría a la nación quienes falsos profetas alimentaron a la gente con ajenjo religioso. Dios simplemente los levantó para juzgarnos por nuestros pecados.
Cuando Jerusalén fue destruida durante los días de Jeremías, el profeta lo comparó al "ajenjo y hiel" (Jeremías 8:14; 9:15; y Lamentaciones 3:15,19). En Amós 6:12-14, donde el ajenjo es mal traducido [en ciertas Biblias] "cicuta", esto está específicamente asociado con una invasión extranjera o opresión. Amós 5:7 dice que Israel había convertido el juicio en ajenjo.
La solución a nuestro problema hoy día NO es destruir Rusia, sino enseñarle a la Iglesia a "solo decir no" a las drogas religiosas, a las doctrinas “de sentirse bien” que dejan a la gente sintiéndose bien acerca de ellos mismos mientras permanecen en desobediencia a Su Ley.
Hebreos 12:14 y 15 se lee:
14 Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. 15 Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados;
Esta "raíz de amargura" es una referencia literal de la raíz de la planta de amapola ("hiel"), la fuente del opio ("ajenjo"). Las drogas tales como el opio nos contami nan física y mentalmente. Pero hay una droga espiritual que es aún más adictiva y aún mortal.
El pasaje arriba dice "seguid la paz" en contraste a "amargura". Ésta no es la paz que los falsos profetas predicaban mientras administraban el ajenjo a la gente. Ésta es la verdadera Paz de Dios que viene por conocerlo y comunicar con Él por el espíritu de "poder, y amor y de un dominio propio" (2 Timoteo 1:7).
Esos quienes conocen esta paz interna son esos quienes confían en Él en todas 1as cosas, esos quienes saben que no importa que tan malas las cosas parezcan por encima, Dios está en control de la situación y sabe lo que Él esta haciendo. Tal gente no pierde su paz interior cuando las circunstancias parecen estar fuera de control o cuando contrarios vientos soplen.
Ellos son los Pacificadores (Mateo 5:9). Ellos resaltan al frente del gentío quienes nunca están felices a menos de que ellos puedan estar enojados a alguna "mala" persona por allí. Los pacificadores están más felices cuando ellos no tienen enemigos; otros son felices sólo cuando ellos tienen enemigos para maldecir o pecadores para castigar. Las campanas políticas corren en malas noticias, porque esto es lo que levantan los votos. Hay denominaciones enteras fundadas en doctrinas acerca de lo que los enemigos de Dios les van a hacer a ellos. Tales tácticas funcionan, porque gente amarga son atraídas hacia malas noticias, aún como los adictos a la droga quieren más ajenjo. Ellos encuentran confort en la amargura, en vez de en la soberanía de Dios.
Frecuentemente he dicho que la mitad del mundo está enojado hacia a Dios, y la otra mitad no lo conoce. ¿Por qué hay mucha gente enojada hacia a Dios? Los hombres están en desacuerdo con Dios y sus métodos, pensando que Él es injusto por permitir problemas en la tierra. Y así teólogos y filósofos sueñan con todo tipo de "soluciones", tratando de explicar el origen del mal, del porque existe en el mundo, y lo que Dios debe de hacer para juzgar la maldad, y como un soberano Dios debería de estar desasociado de ello. Ésta es la raíz de la mayoría de la falsa doctrina. (La solución de la Biblia al problema del mal es el tema de nuestro libro, Jubileo de la Creación [ Creation's Jubilee ]).
Los hombres llegan a estar amargos con Dios cuando ellos sienten que Él los ha tratado injustamente. Algunos se vuelven en contra de Dios sin reservas; otros permanecen en la Iglesia, pero quejándose todo el tiempo hasta la orilla de la gloria. En vez de ir a Dios con su queja, muchos chismean de Él por todo el vecindario. Ellos saben mejor que quejarse de Dios mismo. En vez de eso, ellos proyectan su amargura y enojo en contra de las circunstancias, en contra de sus familiares o vecinos, o (lo mas comúnmente) en contra de los pecadores en las calles o tal vez en su iglesia.
Este es un mecanismo común de defensa psicológica llamada "proyección". Un hombre es injustamente acusado por su jefe en su trabajo; él regresa a casa y cierra de golpe la puerta, patea el perro y le grita a su mujer por no tener la cena lista a tiempo.
Job se quejaba mucho mientras él estaba siendo probado. Aunque la Biblia dice que "Satanás" era el agente directo a través del cual sus pruebas venían, Dios toma crédito definitivo por ello (Job 1:12). En su tribulación, Job habló en amargura, porque él no entendía el porqué un Dios bueno haría esto a él, o porqué Dios permitiría que le pasara esto a él. (Ver Job 3:20; 13:20; 23:2; 7:11).
Job no entendía que todos estos males venían sobre él porque tenían un buen propósito. Dios usa el mal para que nuestro orgullo salga a la superficie para ser tratado. Job, en su orgullo, juzgó a Dios. De hecho, él estaba diciendo, ¡"Si yo fuera Dios, lo haría diferente; lo haría correctamente"! Sí, ciertamente haríamos las cosas diferentes si estuviéramos en la posición de Dios. Pero yo garantizo que solo haríamos un desastre con todas las cosas.
Isaías 45 nos da un aviso acerca de este tipo de pensamiento.
7 que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto...... 9 ¡Ay del que pleita con su Hacedor! ¡el tiesto con los tiestos de la tierra! ¿Dirá el barro al que lo labra: ¿Qué haces?; o tu obra: ¿ No tiene manos ?
En otras palabras, Dios toma todo el crédito por crear ambos lo bueno y lo malo. Si nosotros tiestos de la tierra queremos argumentar el punto, debemos de argumentarlo con alguien en nuestro propio nivel: otro tiesto. ¿Deberían estos tiestos de barro insultar al Alfarero por decirle que es incompetente? ¿Está Dios incapacitado? ¿”No tiene Él manos"?
El libro de Job es un libro en como evitar la raíz de amargura de que invada nuestro corazón. Dios nos permite ser heridos de tiempo en tiempo por falsas acusaciones, y algunas veces por verdaderas acusaciones que son dadas duras y aparte del Amor. Si en nuestro orgullo juzgamos a Dios por esto, creyendo que Él nos ha tratado injusta o desigualmente, ¡tenemos una plenitud de compañeros! La mayoría de la gente hace esto, aunque pocos se dan cuenta. Admitir tal actitud no sería "justo", y esto casi no podemos admitir.
Pero el hecho claro es que esta raíz de amargura empieza a trabajar dentro de nosotros, y dentro de poco los demás la ven. Todos ustedes han conocido gente que tienen amargura en sus vidas, ambos adentro y afuera de la Iglesia. Tu puedes darte cuenta fácilmente de un pastor amargado por su actitud dura y judicial hacia la gente—especialmente hacia los pecadores. Él está realmente enojado con Dios, pero no puede afrontarse, así él azota a cada uno que está a su alcance. Esto le da una manera "legítima" de expresar su enojo en contra de Dios, escondido seguramente por el legítimo pecado del pecador. Si alguien le señala esto a él, él puede fácilmente esconderse detrás de la pantalla de "indignación justa", en vez de afrontar su propio enojo personal en contra de Dios.
Yo he visto pastores y otros en el ministerio quienes han tomado casi mortales cantidades de ajenjo. Sus predicaciones son casi siempre negativas. Ellos son felices cuando ellos están exponiendo el pecado o la falsa enseñanza de la iglesia que está en la otra esquina. Nunca hay alguna buena noticia, nunca algo excitante de lo que Dios está haciendo en la tierra hoy día. Como Pedro, ellos quitan su vista de Jesús y miran al viento y las olas alrededor de ellos. Y como Pedro ellos comienzan a hundirse debajo las mismas olas que deploran y temen.
No hay nada de malo predicar en contra del pecado, nada de malo con exponer falsas doctrinas de otras iglesias. De hecho, estas cosas a menudo son necesarias y buenas. Pero Verdad no es Verdad a menos que salga de un espíritu correcto. No hay Verdad aparte de Fe y Amor, porque lo que no proviene de Fe es pecado (Romanos 14:23), y Verdad siempre se debe de hablar en Amor (Efesios 4:15).
Podemos saber todos los hechos, pero si no tenemos Amor, no somos nada. Verdad es sólo Verdad cuando se combina los hechos con Amor. Los hechos sin Amor son a lo más solo verdad a medias.
Después de que Israel cruzó el Mar Rojo y estaba fuera de peligro de la amenaza de Egipto, la primera cosa que Dios hizo fue traerlos a las aguas de Mara. Este oasis tenía agua amarga, así la gente no podía beberla. Ahí Dios "los probó" o les puso a prueba su fe (Éxodo 15:25). Ellos murmuraron en contra de Dios y fracasaron la prueba.
Esta es probablemente la primera y más básica prueba de Fe que enfrentamos en nuestro propio “desierto" de la vida. Amargura es arraigada en orgullo el cual juzga a Dios por traernos dentro del desierto, cuando nosotros habíamos esperado una tierra donde fluyera leche y miel. Esta amargura nos contamina, y mientras tanto permanezca en nuestros corazones, se va a manifestar en por lo menos dos maneras:
Israel fue probado en Mara, porque Dios sabía que ellos estaban afligidos con amargura desde su esclavitud en Egipto. Ellos no sabían el propósito de Dios por ese gran "mal". Y ahora que ellos estaban en su camino hacia la Tierra Prometida, ellos no podían entender el "mal" de ser llevados a un oasis lleno de aguas amargas.
No los puedes escuchar diciendo, ¡”Si yo fuera Dios, ciertamente conocería el camino hacia la Tierra Prometida”! Las aguas de Mara probaron Israel justamente como las aflicciones de Job lo probaron a él. Las dos situaciones trajeron el orgullo escondido a la superficie donde ellos pudieran tratar con él.
Israel no podía muy bien fustigar a Dios, así ellos se desahogaron con Moisés. Moisés llevó el problema a Dios, y Dios " le mostró un árbol ; y lo echó en las aguas, y las aguas se endulzaron " (Éxodo 15:25). Ese árbol es la Cruz de Cristo, donde Jesús llevó en Él mismo todos nuestros pecados. Y así nosotros también tenemos que tratar con las aguas de Mara en nuestros corazones en arrojar este Árbol en sus profundidades. No debemos de tratar las aguas con sólo cualquier árbol (los cuales son sólo mecanismos de defensa que no resuelven el problema), sino con el Árbol particular que Dios ha proveído.
Si hemos sido adictos al ajenjo por alguna experiencia pasada que nos ha pasado, esto es porque no creemos verdaderamente que Dios está trabajando las cosas para nuestro bien (Romanos 8:28). Nosotros creemos que Dios es injusto y tal vez no es parejo hacia nosotros. Esto hace difícil para agradecerle y adorarlo por Su gran sabiduría y conocimiento que son "inescrutables" (Romanos 11:33). Como vasos de barro, como tiestos, juzgamos al Alfarero y lo llamamos incompetente. En hacerlo así, le damos a nuestras venas otro jeringazo de ajenjo, en vez de aplicar el Árbol cuyas hojas son "el bálsamo de Galaad".
El punto es este: Si nosotros tenemos amargura en nuestros corazones hacia Dios, nos va a descalificar de la compañía de vencedores llamada la Gente del Remanente. Recuerda que Dios había llevado a Israel al desierto para probarlos, para ver si ellos murmurarían y se quejarían acerca de las circunstancias, o si descansarían en el conocimiento que Dios sabe lo que está haciendo.
El viejo Israel no pasó la prueba, igual que la Iglesia ha fracasado en gran parte su propia experiencia en el "desierto". Llegando a ser amarga, en vez de descansar y confiar en la soberanía de Dios, esto es lo que descalificó a Israel; y es lo que descalifica a la gente hoy en día de ser contado como el Remanente vencedor.
La presencia del ajenjo nos previene de ser capaces de perdonar a Dios por Sus "injusticias" en contra de nosotros. Esa es la raíz de amargura que contaminó a Esaú, quien estaba amargado en contra de Dios por quitarle la primogenitura. De esa raíz crece una planta entera cuales hojas manifiestan amargura en diversas maneras. Todas esas hojas tienen una cosa en común: ellas son amargas. Porque no pueden perdonar a Dios, tampoco pueden perdonar a otros sus pecados.
Nosotros debemos de seguir el ejemplo de Jesús, quien, aun en la Cruz, rehusó el ajenjo y hiel de amargura. En vez de eso Él dijo, "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:34).
En Ezequiel 2:8 al 3:14, Dios le dio al profeta un rollo para comer. Esto representaba la Palabra de Dios, específicamente el mensaje que Ezequiel fue llamado para darle a Israel. Esta era una Palabra que era amarga para la nación. Esto trajo resentimiento en contra de Dios y en contra del profeta, porque ellos no podían ver su propio corazón y no creían que ellos merecían tal tratamiento duro.
La Casa de Israel era "rebelde". La palabra Hebrea es meri, la cual es de la raíz " mara ", ser amargo o perverso. En Ezequiel 2:8 el profeta mismo fue mandado a NO ser como Israel en esta manera, sino aceptar la Palabra con un espíritu humilde.
8 Mas tu, hijo de hombre, oye lo que yo te hablo; no seas rebelde como la casa rebelde; abre tu boca, y come lo que yo te doy.
Ezequiel encontró que [la Palabra] sabía tan dulce como la miel en su boca (Ezequiel 3:3), pero cuando él fue a cumplir ese llamamiento en el verso 3:14, él dice que "fui en amargura" ( mara ). Nada es más satisfactorio que escuchar la voz de Dios y saber que Él estaba hablando directamente a nosotros. Y todavía esa misma Palabra va siempre a probarnos. Si hay alguna voluntad de la carne en nosotros, la Palabra siempre la va a traer a la superficie donde debemos de tratar directamente con ella. Y así Su Palabra viene en dulzura, pero seguido la llenamos en amargura.
El resto del libro de Ezequiel nos muestra no sólo como Dios estaba tratando con la rebelión en Israel, sino también nos muestra como Dios estaba purificando el corazón del profeta mismo para hacerlo un vencedor. Dios quería que Ezequiel calificara para gobernar con Cristo en su trono a la resurrección.
En Jeremías 15:16 y 18 leemos:
16 Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mi, oh Jehová Dios de los ejércitos... 18 ¿Por qué fue perpetuo mi dolor, y mi herida desahuciada no admitió curación? ¿Serás para mí como cosa ilusoria, como aguas que no son estables?
Como Ezequiel, Jeremías encontró la Palabra y llamamiento de Dios a ser como miel en su boca--que es, "gozo y alegría de mi corazón". Pero él también se dio cuenta del dolor en su corazón al mismo tiempo. En su falta de entendimiento, él a ú n cuestionó la justicia de Dios, preguntándose si Dios a lo mejor lo había engañado. Esto es lo que hacemos cuando la Palabra da testimonio de la amargura dentro de nuestros corazones. A ese tiempo necesitamos acordarnos de la Palabra en Romanos 3:4.
4 De ninguna manera; antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso; como está escrito: Para que seas justificado en tus palabras, y venzas cuando fueres juzgado.
Es amargura lo que nos causa juzgar a Dios como siendo desigual o injusto hacia nosotros. ¿Pero no es bueno saber que no estamos en esto solos? Job, Ezequiel y Jeremías fueron hombres igual que nosotros. Ellos no fueron santos perfeccionados, sino compañeros pecadores. Dios tomó ordinarios hombres quienes, como el resto de la nación, tenían amargura en sus corazones, y los purificó aún como cumplían sus llamadas. La única cosa que los ponía aparte del gentío era su DESEO para obedecer a Dios. Sin embargo ellos comenzaron en su ministerio como una mixtura de obediencia y amargura (rebelión).
Juan escribió en Apocalipsis 10:10,
10 Entonces tomé el libro de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre.
Una vez más, vemos el mismo tema de "comer el libro" conteniendo la Palabra de Dios. Como a Ezequiel, así también a Juan. Fue la llamada para profetizar. Juan, también amó la Palabra y la Llamada, pero al mismo tiempo esto expuso la amargura en su propio corazón.
¿Quién habría de imaginarse que Juan tendría que tratar con la amargura en contra de Dios? ¿Quién se atrevería a llamar a Juan "rebelde" (hebreo mara )? Una vez más la Palabra de Dios es poderosa, escudriñando todas las cosas, separando las coyunturas y los tuétanos, y es algo que "discierne" (literalmente, un crítico ) de los pensamientos y de las intenciones del corazón (Hebreos. 4:12). Nadie está exento. De hecho, el propósito de la Palabra NO es para hacernos tropezar, sino para hacer manifiestos nuestros corazones, para que podamos vencer y calificar para gobernar con Él.
Los ejemplos bíblicos también nos muestran que Dios puede usar a hombres, aún profetas, aún mientras están siendo purificados. Los profetas no fueron superhombres. De hecho, se dice que Elías era "hombre sujeto a sus pasiones semejantes a las nuestras" (Santiago 5:17). Pero él ministró, y cuando oró, Dios escuchó sus oraciones.
Los profetas todos fueron ciudadanos de la nación rebelde. Ellos fueron parte del cuerpo corporativo y así tuvieron parte de una cierta cantidad de rebelión o amargura, que era común para todos. Como intercesores, los profetas tenían que identificarse con esos para quienes estaban intercediendo. (Ver nuestro libro, Principles of Intercession [ Principios de Intercesión ]).
Dios no mandó a superhombre para ayudar a Israel. Él mando a hombres imperfectos con los mismos problemas comunes de Israel—aunque con una mayor excepción: Dios los había hechos intercesores. Así, mientras los profetas vencían el problema en sus corazones, Dios les daba a ellos autoridad espiritual. Como un padre teniendo autoridad sobre su casa, así también Dios construyó para los intercesores una "casa", para que ellos, como Jesús, pudieran traer muchos hijos en gloria (Hebreos 2:10). La "casa" del intercesor es realmente una casa en una casa, como una familia en un grupo tribal. Pero en este caso, estamos hablando acerca de hijos espirituales. Esta es la ley detrás de la declaración de Pablo en Hechos 16:31.
31 Y ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.
Y así el profeta fue llamado para interceder por la nación en la falta más básica— amargura hacia a Dios. Esto es el porque la Palabra de Dios (el "libro" que habían comido) le cayó amargo en sus estómagos. Ciertamente, ellos creían en Dios, como la mayoría de los Israelitas lo hacían (y la Iglesia hoy día). Pero el hombre simplemente no cree que Dios sea verdaderamente recto y justo en TODO lo que Él hace, particularmente cuando Él nos lleva dentro del desierto cuando esperábamos miel y leche.
Una simple prueba de esto está a continuación: Una mala cosa te pasa a ti,y te enojas. ¿Por qu é? Porque tú lo miras como "malo'' e ''injusto". Tú, realmente no crees que esto es para un buen fin, como Romanos 8:28 clama. Si así hicieras, agradecerías a Dios por todo (1 Tesalonicenses 5:18). La mayoría de nosotros ni siquiera nos detenemos para pensar que tal vez Dios pueda estar en la situación. Y si lo hacemos, ¡nos enojamos en contra de Dios por permitir que pase!
En todas esas "malas" circunstancias, nuestros corazones están enfrentados con la decisión de confiar en Dios para resolverlo para nuestro bien, o pensar que Dios está realmente siendo injusto y desigual con nosotros. ¿"Qué es lo que hice para merecer esto"? preguntan ellos (como Job lo hizo). Esto es amargura y rebelión. Esta es la "raíz de amargura" que nos contamina.
Amargura hacia a Dios está arraigada en orgullo, porque aprendemos de la experiencia de Job y por el cuestionar de Jeremías que aún el mejor de nosotros puede cuestionar la rectitud y justicia de Dios. Terminamos creyendo que nosotros podríamos hacer un mejor trabajo de manejar el universo que Dios lo hace. Tal orgullo nos pone en lugares encima del trono de Dios, y llegamos a ser nuestro propio ídolo en nuestro corazón. Así, amargura es meramente la evidencia de un corazón idólatra, donde nos sentamos en un trono de orgullo.
El primer paso en resolver algún problema es reconocerlo. En asuntos del corazón, pasar este primer paso es mucho más difícil de lo que la mayoría de gente piensa. Quizá sería fácil ver si señalamos el ejemplo de Ezequiel.
En el capítulo cuatro de Ezequiel, al principio de su ministerio, al profeta le es dicho que comiera comida cocida con excremento. La palabra "excremento" es de la palabra hebrea " gelel " (#1561 en la Concordancia Strong). Esta es una variación de la raíz básica " galal ", la cual también significa "excremento".
Este pasaje de la Biblia nos enseña el contraste entre buena comida y excremento. La Palabra de Dios es buena comida; las tradiciones del hombre, las cuales proceden de su corazón rebelde, son sólo excremento. Esos quienes comen comida cocida con excremento son esos quienes creen en Dios, quienes comen la Palabra de Dios, pero la mezclan con el excremento de las tradiciones del hombre, con el entendimiento del hombre de Dios y Su Palabra. Este es uno de los más básicos problemas morales de todos los tiempos.
La palabra hebrea para "ídolos" es " gillul ", la cual es sólo una pequeña variación de " galal " ("excremento"). Ezequiel realmente nos está diciendo que los ídolos son excremento. El excremento era el popular eufemismo para los ídolos.
Por esta razón, el dios de Ecrón, Baal-zebub (2 Reyes 1:2), el cual significa "Señor de las moscas" fue llamado en Israel Baal-zebú, el cual significa "Señor de los montones de excremento" (Mateo 12:24). Ya que parece que las moscas se juntan alrededor de los montones de excremento, esto era un ejemplo del humor del viejo Israel. Este dios era considerado a ser el príncipe de los ídolos y de la idolatría. Ezequiel muestra que él es realmente el príncipe del corazón idólatra, cuya influencia es profundamente atrincherada en el corazón del hombre, aún en los profetas mismos hasta que fuera desarraigada por dura experiencia.
De todos modos, Ezequiel tenía que comer comida contaminada por excremento (Ezequiel 4:12). El objetó en base de que él nunca había comido nada impuro. Él aún no entendía que él ya era culpable de comer el excremento de las tradiciones del hombre, y que este excremento era sólo una manifestación física de lo cual él y la nación entera habían comido espiritualmente.
El mandamiento de Dios no fue dado para hacer a Ezequiel tambalear y caer por la ley; en vez de eso fue dado para hacer manifiesto el problema que ya existía en sus corazones. Dios en Su amor y misericordia no quería que ellos vivieran sus vidas nunca sabiendo que este problema escondido reinaba en lo más íntimo de su ser. Así Él les mostró la condición de su corazón por hacerlo visible en el reino físico. Dios simplemente quitó la vela del problema.
De hecho, con Ezequiel, Dios le dio un "estomago lleno". Esto es a menudo la manera de Dios de hacer a la gente enferma de sus pecados. Me acuerdo de años atrás que intentamos de entrenar a nuestra gata para que hiciera del baño allá afuera, pero parecía que ella no entendía nuestras reglas de higiene. Así, la siguiente vez que nuestra carpeta fue ensuciada, empujamos la nariz de la gata en su excremento y la sacamos para afuera. Ella nunca lo volvió a hacer otra vez. Después sin querer la dejamos dentro de la casa mientras nos fuimos a un viaje de fin de semana. Después de 2 días cuando regresamos, aunque buscamos por todos lados por evidencia de cualquier suciedad, no encontramos ninguna. Concluimos que ella había aprendido como usar el baño propiamente.
El centro del tema del "corazón idólatra" es encontrado en Ezequiel 14, donde el profeta específicamente le habla a la gente poniendo ídolos ( gillul, "excremento") en sus corazones.
4 Háblales, por tanto y diles: Así ha dicho Yahweh el Señor: Cualquier hombre de la casa de Israel que hubiere puesto sus ídolos en su corazón, y establecido el tropiezo de su maldad delante de su rostro, y viniere al profeta, yo Jehová responderé al que viniere conforme a la multitud de sus ídolos, 5 para tomar a la casa de Israel por el corazón, ya que se han apartado de mi todos ellos por sus ídolos..... 9 Y cuando el profeta fuere engañado y hablare palabra, yo Jehová engañe al tal profeta; y extenderé mi mano contra él, y lo destruiré de en medio de mi pueblo Israel.
Tal pasaje positivamente espanta a cualquiera quien le ha sido dado una Palabra de Dios para dársela a la gente. Esto requiere mucha confianza en Dios para mantenerse de no objetar amargamente a tal cosa. Uno sólo puede imaginarse cómo Ezequiel debiera haber reaccionado a esta revelación.
Como Ezequiel, Jeremías también batalló con este problema de "decepción". Él amaba escuchar la voz de Dios, la cual era dulce como la miel en su boca. Pero la reacción en su estómago, su más íntimo ser carnal fue expresado en Jeremías 4:10:
10 Y dije: ¡Ay, ay, Jehová Dios! Verdaderamente en gran manera has engañado a este pueblo y a Jerusalén, diciendo:'Paz tendréis; pues la espada ha venido hasta el alma.
Otra vez leemos en Jeremías 20:7,
7 Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; mas fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí.
Esto era algo con lo que Jeremías tenía que batallar, así como todos nosotros lo hacemos. Pero sabemos de la experiencia de Job que el problema es arraigado en orgullo, porque ¿quiénes somos nosotros para decirle a Dios como manejar el universo? ¿Acusaremos a Dios por injusticia (Romanos 9:14)? ¿Somos de alguna manera más capaces que Dios para hacer lo que es recto y bueno?
Esos quienes dicen esto en sus corazones son culpables del pecado de Absalón, el hijo de David, quien se rebeló en contra de su padre. 2 Samuel 15:4 dice,
4 Y decía Absalón: quién me pusiera por juez en la tierra, para que viniesen a mí todos los que tienen pleito o negocio, que yo les haría justicia!
Como cristianos, somos hijos de uno quien es más grande que David. Pero como Absalón, el excremento en nuestros corazones seguido nos hace desear que fuéramos Dios para que así pudiéramos administrar verdadera justicia la cual nuestro Padre parece que es incapaz de hacer. Y así fomentamos una rebelión en contra de Él, pensando que podemos hacer mejor trabajo en manejar el universo.
Generalmente hablando, la gente no viene y dice, "Vamos a rebelarnos en contra de Dios". Por lo menos los cristianos no dicen esto. Casi siempre su rebelión no es manifestada en contra de Dios, sino en contra del que Él ha llamado para una posición de autoridad. Cuando el que es llamado a ser pastor, por ejemplo, no hace un trabajo perfecto, siempre hay alguien en la congregación quien lo critica, en vez de orar por él. A menudo llega hasta el punto donde la iglesia se divide y los críticos siguen otro líder. Sin embargo esto nunca resuelve el problema por mucho, porque una vez más, el líder va a tener a sus críticos, particularmente ya que él siempre toma a los críticos con él.
Nosotros debemos de aprender a orar acerca de tales cosas. La única pregunta verdadera es sí o no Dios ha llamado a ese pastor o líder. Si él fue llamado antes, ¿todavía sigue reteniendo esa llamada? Si no, ¿ por qué no? Esas cosas deben ser muy bien tratadas con oración e intercesión antes de que se divida la iglesia. Y uno debe de ser muy cuidadoso en no manifestar el espíritu de Absalón, quien simplemente pensó que él podía hacer un mejor trabajo.
Abdías dice de Esaú-Edom, " La soberbia de tu corazón te ha engañado " (v. 3). La clave para entender a Esaú y su "raíz de amargura" es saber que él estaba enojado con Dios por su supuesta injusticia. Romanos 9 nos dice que Dios odió a Esaú aún antes de que él naciera y propuso tomarle la primogenitura de él y dársela a su hermano Jacob. Yo creo que Esaú reconoció la soberanía de Dios en esto y lo hizo amargarse en contra de Dios.
Eso es el porqué Hebreos 12 da a Esaú como ejemplo que tiene esta "raíz de amargura". Porque Esaú estaba amargado en contra de Dios, él lo tomó en contra de sus padres y se casó con esposas cananeas, "y fueron amargura de espíritu para Isaac y Rebeca" (Génesis 26:35). Porque Esaú estaba amargado en contra de Dios, también lo tomó en contra de Jacob. Claro, Jacob hizo mal, pero Esaú reaccionó igual que muchos de los predicadores amargados hoy día— ellos esconden su amargura detrás de indignaciones rectas en contra de los pecados de otros.
Esaú debería de haberse sometido a la voluntad de Dios y buscado su propio llamamiento, en vez de codiciar el llamamiento de Jacob. Teóricamente, si lo hubiera hecho, Esaú habría recibido una diferente bendición de Dios y un llamamiento correspondiente.
Hay un viejo dicho, "Pelea fuego con fuego". En el asunto del corazón idólatra, la manera de Dios es pelear excremento con excremento. Cuando los profetas fueron mandados a exponer el "excremento” en los corazones de la gente, la gente arrojó "excremento" a los profetas (verbalmente). Su oposición fue siempre amarga, muy dura, muy vengativa. Ellos también culpaban a los profetas por sus propias fallas, proyectando sus propias culpas a ellos. Esto es, por supuesto, otro principio para intercesión el cual lo explicamos en el libro que lleva el título Principles of Intercession [ Principios de Intercesión ].
Cuando Ezequiel comió comida cocida con excremento, la gente sólo podía ver la "paja" en el ojo del profeta. Ellos no podían ver la "viga" en sus propios ojos. Y así ellos proyectaban el excremento de sus propios corazones al profeta. Cuando el profeta entendió la soberanía de Dios en esto y fue capaz de ver la oposición como el agente purificador de Dios para su propio bien de ellos, entonces él podía empezar a vencer a Baal-zebú en su propio corazon.
Esos quienes se oponían a los profetas fueron esos los que Pablo hubiera llamado "vasos de ira" o "vasos de deshonra" (Romanos 9:21-23). Pero como todos tales vasos (como Esaú y Faraón), habían sido levantados para traer la gloria a Dios y para perfeccionar los vasos de honor.
La mejor parte es que todo esto es parte del trabajo de intercesión, y así, aún esos vasos de ira van eventualmente a beneficiarse a través del vaso vencedor. Por ejemplo, el apóstol Pablo una vez fue un "vaso de ira" quien persiguió la Iglesia. Él consintió apedrear a Esteban. Pero Esteban fue un vencedor y intercesor, perdonándolo mientras él moría (Hechos 7:60). Como una consecuencia, cuando Pablo fue después apedreado y dejado por muerto, él sobrevivió (Hechos 14:19,20). La ley por la cual Dios permite este apedreamiento había sido satisfecha completamente, porque Esteban remitió el pecado de Pablo que él había cometido en contra de él. (Ver Juan 20:23).
Es muy humillante reconocer que en algún punto todo hemos sido usados, a cierto punto, como vasos de deshonra en relación a otra gente. Nuestras varias imperfecciones tratan con el corazón de otros, aún como sus imperfecciones tratan con nuestro corazón. Pero cuando entendemos el principio involucrado aquí y miramos a la situación a través de los ojos de Dios, sabiendo que así es como Él trabaja para traernos al lugar de vencer, sólo entonces podemos maravillarnos de los caminos de Dios como Pablo lo hizo en Romanos 11:33-36.
33 ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuan insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! 34 Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quien fue su consejero? 35 ¿ O quien le dio a él primero, para que le fuese recompensado? 36 Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amen.
Esta actitud es la CONTRARIA de amargura—para ser capaces de reconocer la soberanía de Dios en todas las cosas, particularmente cuando experimentamos problemas y falsas acusaciones y otros "excrementos" del hombre. Esta es la actitud apropiada de corazón que Dios está implantando en los corazones de Su gente Remanente. Esta es la clave para la Restauración de Todas las Cosas (Hechos 3:21).
En Lucas 13 Jesús dice una parábola acerca de un hombre quien había plantado una higuera en su viña. Por los próximos tres años él vino y no encontró fruto en ella. Así él resolvió en cortarla. Pero el viñador intercedió y le pidió permiso para abonarlo por un año para ver si produciría fruto. El permiso fue concedido.
Esta parábola es una referencia obvia a la nación de Judá en los días de Jesús. Jesús fue mandado a la nación por tres años para ver si la nación "produciría frutos de él [el reino de Dios]" (Mateo 21:43). No hubo frutos, y así la nación (higuera) fue destruida en el 70 d.C.
También hay un principio general aquí que es aplicable para todos nosotros. Cuando Dios nos llama primero, o "planta Su semilla" en nosotros, toma tiempo antes de que el árbol produzca fruto. No somos inmediatamente perfectos, tampoco estamos en alguna condición de producir el Hijo que nace en nosotros. (El Hijo es nuestra Santa Semilla, Cristo siendo formado en nosotros). Somos iguales a cualquier otro árbol—toma tiempo para producir fruto. Además, hay una ley acerca de esto la cual es encontrada en Levíticos 19:23-25.
23 Y cuando entréis en la tierra, y plantéis toda clase de árboles frutales, consideraréis como incircunciso lo primero de su fruto; tres años os será incircunciso; su fruto no se comerá. 24 Y el cuarto año todo su fruto será consagrado en alabanzas a Jehová. 25 Mas al quinto ano comeréis el fruto de él, para que os haga crecer su fruto. Yo Jehová vuestro Dios.
En otras palabras, por tres años el árbol es demasiado joven para producir fruto. Durante ese tiempo, debe de ser ministrado, aún como Jesús ministró a Judá por tres años. Este no produjo fruto. Y entonces el viñador pidió la oportunidad para abonarlo y darle un año más de gracia.
Proféticamente hablando, Jesucristo fue el jardinero (Juan 20:15). Y en el día de Pentecostés y más adelante, el Árbol sí produjo sus primicias —esos quienes habían recibido las "arras" del Espíritu. Esos fueron presentados al Padre, y ellos fueron una ofrenda Pentecostal aceptable a Él. Esos aseguraron la promesa de la completa cosecha que está aún por venir.
Si nosotros vemos esta parábola generalmente, podemos tomar nota que el árbol no produce fruto mientras está inmaduro. Pero después de que Dios lo abona, tal vez produzca fruto. Nosotros también tenemos un problema de producir fruto mientras aún estamos espiritualmente inmaduros. Sólo después de que Dios decida "abonarnos" podemos producir fruto útil para el consumo de Dios.
Los profetas y apóstoles fueron bien abonados en sus ministerios. Aun como las higueras requieren mucho abono, así también los profetas y apóstoles. Todo esto fue en el perfecto plan de Dios.
No hace mucho tiempo me encontré a mí mismo viviendo este mismo principio. En 1986 Dios lo había hecho claro que yo tenía que dejar el ministerio del que había sido parte desde 1981. Él dijo que Él tenía un nuevo ministerio para yo hacer. De lo que yo no me di cuenta fue que Dios estaba plantando en mi corazón la semilla de un nuevo “árbol”.
En mi inmadurez, rehusé dejar el ministerio del pasado. ¿Por qué? Llámalo la tradición del hombre, el Principio de Abono. El hombre me convenció a desobedecer a Dios, y yo estaba feliz de ser convencido, debido al excremento en mi propio corazón.
De todos modos, por los siguientes tres años el nuevo "árbol" no produjo fruto. Finalmente, después del tercer año (otoño de 1989) Dios en Su gracia empezó a "abonarme", usando varias otras personas como sus expertos "tiradores". Oré y ayuné por un mes antes de que Dios finalmente me mostró lo que estaba pasando y por qué. Solo en aquel momento me di cuenta de que Dios estaba peleando excremento con excremento para exponer mi propia desobediencia. Cuando se clarificó esto, renuncié de ese ministerio.
Entonces Dios me hizo que encontrara trabajo como gerente de artes gráficas para una compañía publicadora por una temporada. Un año después en el Día de la Expiación de 1990, me corrieron y en ese momento Dios me llamó al ministerio tiempo completo. Esta vez, fue el ministerio nuevo, y el "árbol" empezó a producir santo fruto para Dios en su cuarto año.
Pero ese cuarto año siguió siendo sólo un ano de "primicias". No fue sino hasta noviembre de 1991 un año después que el "árbol" estaba maduro lo suficiente que pudimos comer de sus frutos. Fue a través de esta experiencia de que vine a entender el Principio de Excremento y la Ley de Plantar Árboles. La experiencia es el método más efectivo para enseñar que Dios tiene en Su portafolio. Él nos toma en "excursiones de estudios".
Vamos a ver una vez más a los ejemplos de los profetas. Ellos tenían algo de excremento en sus corazones, una raíz de amargura que les prevendría de producir su fruto en sus llamadas. Entonces Dios usó a la gente y a los líderes religiosos para abonar a los profetas. Ellos estaban muy felices en hacerlo, no sabiendo que ante la mirada de Dios, estaban siendo usados como vasos de deshonra, para el beneficio último de los profetas. Ellos tuvieron un ministerio de Abonar. Dios usó escusados para perfeccionar vasos de agua.
Por supuesto, los profetas tenían que saber que hacer con todo este abono que les venía a ellos. Si ellos se lo tragaran, se contaminarían (Ezequiel 4:14). Si ellos se lo lanzaran de regreso, no les haría ningún bien. La solución era enterrarlo en el suelo. La Ley del excremento es encontrada en Deuteronomio 23:12-14.
12 Tendrás un lugar fuera del campamento adonde salgas; 13 tendrás también entre tus armas una estaca; y cuando estuvieres allí fuera, cavarás con ella, y luego al volverte cubrirás tu excremento; 14 porque Jehová tu Dios anda en medio de tu campamento, para librarte y para entregar a tus enemigos delante de ti; por tanto, tu campamento ha de ser santo, para que él no vea en ti cosa inmunda, y se vuelva de en pos de ti".
Tal es la Ley de Dios. Tenemos que enterrar el excremento y dejar que Dios nos "libre" de nuestros enemigos. Si nuestro campamento es santo, sin excremento (amargura, falsas acusaciones y chismes), entonces Dios será de verdad nuestra defensa tan pronto como los vasos de deshonra hayan completado su ministerio de abonar.
No te tragues el excremento. Si somos muy sensibles, preocupándonos mucho acerca de lo que el hombre dice de nosotros, celosos de nuestras reputaciones ante el hombre, estas acusaciones van a cortar nuestros corazones en pedazos. Estas heridas y cicatrices emocionales nos van a hacer hipersensibles en muchas áreas de nuestra vida, así que si alguien choca con esa herida, vamos a gritar de dolor. Excremento nos contamina desde adentro; amargura echa raíz y llega a ser un árbol. Pronto nos encontramos nosotros mismos reaccionando en forma exageradamente y lanzando excremento a alguien más. Yo no quiero tener un ministerio de excremento como un vaso de deshonra.
No lo lances de regreso. Toma a dos para pelear, aun en peleas de excremento. Lleva fe verdadera para ver la mano de Dios en una pieza de excremento viniendo hacia a ti de la mano de un enemigo. El lugar propio para una falsa acusación es en el suelo. Deja que Dios te abone, para que así puedas producir fruto para Él.
José fue vendido por sus hermanos como esclavo en Egipto. Él tenía todo el "derecho" para estar amargado con sus hermanos y aún con Dios. Dios le había prometido un glorioso llamamiento, pero él había llegado a ser un esclavo y después un prisionero en un calabozo por doce años. Al principio, José seguramente debería haber pensado que Dios lo había engañado.
A pesar del excremento de sus hermanos, José aprendió fe en Dios. Dios usó el excremento para remover la raíz de amargura y orgullo en su corazón. Su perspectiva al final de la historia fue perfecta cuando él les dijo a sus hermanos en Génesis 50:20,
20 Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo.
La mayoría de la gente realmente nunca aprende esta lección de la soberanía y sabiduría de Dios. Puedes verla en sus reacciones con el hombre, su devastación al enfrentar falsa acusación o persecución. Las circunstancias de la vida los aturden. Sus emociones son como una montaña rusa, sintiéndose bien cuando otros los alaban y sintiéndose mal cuando el hombre habla mal de ellos. Como Pedro (antes de que él llegara a ser un vencedor) sus ojos no están en Jesús, sino sobre las olas y los vientos. Como Pedro, empiezan a hundirse en el agua.
No desperdicies una mala experiencia. No desperdicies un buen trozo de excremento. Agradece a Dios por ello y entiérralo en el suelo al lado tuyo, orando para conocer el propósito de Dios en esto y cómo puedas usarlo para producir frutos que le agraden. Aprende a perdonar. Aprende a remitir pecados. Si siempre guardamos el excremento en su debido lugar, conociendo y confiando en Dios que Él va a obrar todas las cosas para nuestro bien, entonces va a conocer el significado de la Fe verdadera y Reposo en Él.
Esto es cómo vencemos el ajenjo y el excremento en nuestros corazones. Esto es como nosotros también (como Jesús en la Cruz) podemos rehusar el opio mientras aprendemos a morir con Él como parte de Su cuerpo. No tengas miedo a morir; tú te vas a levantar otra vez.