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Capítulo 1: ¿Quién le Dio la Ley a Moisés?

Hay algunos quienes han clamado que la ley fue dada a Moisés por Satanás. Esto es ridículo y aún blasfemo, y sin embargo esto nos sirve de ocasión para mos­trar el origen de la ley. El dador de la ley se llamó El Mismo Jehová en la zarza ardiendo. Este era un nuevo nombre no revelado a Abraham, Isaac, o Jacob. Éxodo 6:2,3 dice, literalmente,

2 Habló todavía Dios a Moisés, y le dijo: Yo soy JEHOVÁ [Yahveh]. 3 Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente [El Shaddai], mas en mi nombre JEHOVÁ no me di a conocer a ellos.

Este es el dador de la ley identificado en Éxodo 20:2 en el prólogo de la ley, donde Él dice otra vez, "Yo soy Jehová tu Dios". Es la práctica de Dios de re­velarse Él mismo por diferentes nombres para diferentes propósitos. Abram lo co­nocía como el Dios Todopoderoso, como leemos en Génesis 17:1,

1 Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso [El Shaddai]

Moisés escribió estas palabras muchos años después, después que el verdadero Dios se había revelado Él mismo por el nombre de Jehová. Así Moisés nos dice que Jehová se apareció a Abram pero se identificó Él mismo como el Dios Todopoderoso. Esto nos dice claramente que Jehová y el Dios Todopoderoso [El Shaddai] son el mismo Dios, incluso si los dos son identificados con diferentes nombres. Los nombres fueron con intención de revelar que Dios es los dos masculino y femenino, y es completo en Él mismo. Jehová es masculino; el Dios Todopoderoso es femenino. Cuando Dios creó al hombre a Su propia imagen, Él creó a Adán de los dos macho y hembra en Él mismo. Después, Él tomó a Eva de Adán y los hizo en dos individuos. Pero esto muestra que Dios es ambos masculino y femenino.

En el Nuevo Testamento Dios llegó a ser un Hombre en la persona de Jesucristo. Su nombre hebreo era Yehoshua (o Josué). Así, el sucesor de Moisés, Josué, fue un tipo de Cristo quien nos lleva al reino. Nosotros aprendemos de esto que la administración de Moisés acaba con Josué. No es que Josué echó a un lado la ley que Moisés le había dado. Moisés fue prohibido de entrar en la Tierra Prome­tida porque se había rebelado en contra de Dios (Deuteronomio 32:48-52). Esto nos dice que el reino de Dios no puede ser heredado en un nivel corporativo hasta que haya un cambio de administración de lo imperfecto a lo perfecto.

El problema no fue con la ley en sí, sino con Moisés, quien fue incapaz de cumplir con sus demandas de perfección.

El Rey David escribió en Salmo 19:7 "La ley de Jehová [Yahveh] es perfecta, que con­vierte el alma". Aparentemente él no había pensado que Jehová pudiera haber sido en verdad Satanás, como algunos lo han dicho. De hecho, todos los profetas cumpli­eron con la ley y hablaron de Jehová con reverencia. Si Jehová fue, de cierto, Satanás, entonces todas las antiguas Escrituras son inválidas y nunca tenían ninguna validez. Entonces tendríamos que sospechar del Nuevo Testamento también, porque Jesús dio credibilidad a la ley y los profetas, diciendo en Mateo 5:17-19,

17 No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. 18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. 19 De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.

Jesús tenía algo que decir acerca de esos quienes no creían en el testimonio de Moisés. En Juan 5:46,47 leemos,

46 Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. 47 Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?

No es posible creer en las palabras de Jesús si uno no cree también en los escritos de Moisés. Todo lo que Moisés escribió era profético de Jesucristo. Aún la ley en sí describe el carácter de Jesucristo, porque Él fue el dador de la ley. Éxodo 15:2 dice, literalmente,

Jehová[Jah] es mi fortaleza y mi cántico, y ha sido mi salvación[Yehoshua]. Este es mi Dios [El], y lo alabaré; Dios [Elohim] de mi padre, y lo enalteceré.

¡Jehová [Yahveh] ha llegado a ser mi salvación [Yehoshua]! Esta es una profecía de la encarnación de Cristo, donde el Dios del Antiguo Testamento llegó a ser un Hombre en el Nuevo Tes­tamento. Esto es repetido en Isaías 12:2, 3,

2 He aquí Dios es salvación [Yehoshua] mía; me aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es JAH Jehová, quien ha sido salvación [Yehoshua] para mí. 3 Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación [Yehoshua].

Una vez más vemos al profeta Isaías citando a Moisés, diciendo que Jehová-Yehoshua "es mi fortaleza y mi cántico". Jesús mismo refirió a este pasaje en Juan 7:37,38, el cual dice,

37 En el último y gran día de la fiesta [de Tabernáculos], Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. 38 El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.

En otras palabras, si algún hombre tiene sed, debería de "tomar agua viva de Yehoshua". Esta es una clara declaración mostrando que aún en el Antiguo Testamento, el nombre hebreo de Jesús, Yehoshua, fue escondido en el texto en la palabra "salvación".

Nuestra conclusión de esto es que Jesús es el Dios del Antiguo Testamento como también del Nuevo. Jesús es la encarnación de Jehová, quién fue conocido antes como El Dios Todopoderoso. Jesús fue la Palabra hecha carne, el Verbo que creó todas las cosas, de acuerdo a Juan 1:1-14,

1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2 Este era en el principio con Dios. 3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho…. 14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

Jesús fue el Creador, y Él fue el dador de la ley. Él fue el Dios del Antiguo Testamento como también del Nuevo.

Esto es también probado por el lenguaje hebreo mismo. El lenguaje hebreo es de los dos pictórico y fonético. En hebreo, cada letra es un número, una palabra, y tiene un sonido fonético. Por ejemplo, la primera letra es alef. Es el número uno, y la palabra alef también significa un buey y simboliza fuerza. La segunda letra es beth. Es el número dos, y la palabra beth significa una casa.

La palabra hebrea para la ley es Torá. En hebreo es deletreada Tav-yay-resh-hey. Tav literalmente significa "una marca o sena (de la cruz)". Esta fue original­mente escrita como una cruz, aunque la letra hebrea moderna es diferente, porque es realmente arameo y fue adoptada de Babilonia durante los 70 anos de cautividad.

La vav literalmente significa "un clavo o una estaquilla". La resh literal­mente significa "una cabeza, o un líder". La hey, cuando está puesta al final de la palabra, significa "lo que viene de".

Por lo tanto, la palabra hebrea, Tora, literalmente significa "lo que viene del Líder clavado en la Cruz". En otras palabras, el dador de la ley fue Jesucristo, el Líder quien fue clavado en la Cruz.

Cuando Jesús dio Su así llamado "El Sermón del Monte" en Mateo 5-7, Él no estaba anulando la ley, ni tampoco Él estaba destruyéndola o remplazándola. Él estaba disputando la interpretación farisaica de la ley. "Oísteis que fue dicho", Jesús explicó, "Pero yo os digo...". En otras palabras, oyeron que fue enseñado que la ley significaba así y así, pero yo les digo que ellos han mal entendido la ley. Aquí está lo que realmente significa.

Reciba del dador de la ley. Él fue el quien la dictó a Moisés. Interpreta­ciones rabínicas de la ley, basadas sobre el judaísmo talmúdico, no es una revelación de la mente de Dios (Jesucristo). Uno debe de estudiar la ley desde la perspectiva de Jesús, o como algunos lo pondrían, de la perspectiva del Nuevo Testamento. Si los rabinos hubieran entendido la ley, Jesús nunca habría tenido que corregirlos. De hecho, Jesús dijo de ellos en Mateo 15:6-9,

6 .....Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición. 7 Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.

La ley es buena, si un hombre la usa legalmente (1 Timoteo 1:8). Las tradiciones de los ancianos—sus interpretaciones de la ley—estuvieron basadas sobre su entendi­miento carnal de la ley. Sus tradiciones no solo estuvieron malas, ellos hicieron inválida la ley (Mateo 15:1-9). Lo mismo ha ocurrido con las tradiciones de la iglesia. Las interpretaciones del hombre han causado al hombre poner a un lado la ley y decirles a muchos que Dios ahora aprueba la violación de ciertas leyes—tales como cobrar interés por préstamos monetarios o relaciones homosexuales.